Serie: Dignas de imitar. Defensora de los derechos civiles

Si pudieras cambiar tu nombre, ¿cuál sería? Isabella Baumfree decidió que sería Sojourner Truth. ¿Por qué? Comencemos desde el principio

Por Keila Ochoa Harris

Sojourner Truth nació en el sureste de Nueva York y nació esclava. Tuvo diversos dueños durante su infancia, muchos crueles, hasta que llegó a ser propiedad de John Dumont a la edad de trece años. 

Durante 17 años trabajó para él y luego escapó. Llegó al hogar de Isaac y Maria Van Wagener, una pareja cuáquera que no aceptaban la esclavitud, así que la compraron y luego le dieron su libertad. 

Unos años después, Sojourner tuvo una experiencia con Dios. Dios se le reveló y le mostró en un parpadeo que no hay lugar donde Dios no esté. Entonces comprendió que Jesús la amaba. 

Durante esos primeros años, su fe era confusa, no sabía leer y no entendía muchas cosas, así que se unió a un culto cuyo líder fue asesinado por otro miembro. Durante otro tiempo siguió a un grupo que creía que Cristo regresaría en 1843, lo que obviamente no sucedió. 

Queriendo comenzar de nuevo, Isabella le pidió a Dios un nombre nuevo. Tuvo una visión y Dios le llamó «Sojourner», que significa residente temporal. «Dios me dijo que viajaría por la tierra mostrando a las personas sus pecados y sería una señal para ellos». 

Cuando le pidió a Dios un segundo nombre, pensó que debía ser Truth, o verdad, pues ese sería el tema de sus discursos. 

Con esa nueva misión, dejó Nueva York y viajó a través de Nueva Inglaterra, donde asistió a reuniones de oración. En 1850 publicó su autobiografía, escrita por Olive Gilbert. Esto le trajo fama, pero también acoso. 

Su viveza y determinación venció algunas veces, pero en una ocasión fue golpeada por una turba y desde entonces usó un bastón para caminar. 

Sojourner tuvo dos temas centrales. En primer lugar, lo erróneo de la esclavitud. Para ello, solía hablar de su propia experiencia. En segundo lugar, habló de los derechos de la mujer. 

En uno de sus discursos más famosos, dijo:

«Los hombres dicen que las mujeres necesitan ayuda para subirlas a las carretas o para pasar charcos o que deben tener el mejor lugar en todos lados. A mí nadie me ayuda. ¿No soy una mujer? ¡Mírenme! Miren mi brazo. He plantado, he sembrado, he cosechado. Y ningún hombre ha ido frente a mí. ¿No soy una mujer? Puedo trabajar tanto como un hombre y comer tanto como un hombre, pero también he soportado el látigo. He tenido hijos y todos han sido vendidos como esclavos y cuando lloré el dolor de madre, solo Jesús me escuchó. ¿Acaso no soy mujer?». 

¿Qué piensas de sus palabras? Sojourner murió a los ochenta y seis años de edad. Su funeral se celebró en una iglesia presbiteriana y más de 1,800 personas acudieron en honor de la defensora de derechos civiles. 

¿Y tú? Si pudieras cambiar tu nombre, ¿cuál sería?


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