Serie: Suficiente, Parte 3

Foto por Sinaí R Lozano 

Ilustración por Frida García Retana

Un estudio de Colosenses 1

Por Keila Ochoa Harris 

Si te pudiera dar un regalo, cualquiera, ¿qué me pedirías? Imagina que, como el genio de la lámpara mágica, puedo concederte tres deseos. ¿Cuáles serían? ¿Una casa más grande? ¿Un auto? ¿Buenas calificaciones? ¿Un nuevo guardarropa? ¿Mejores amigas? 

En el primer capítulo de la carta a los colosenses, después de su presentación y gratitud, Pablo les desea algo a sus amigos de Colosas. Te darás cuenta de que sus deseos no son parecidos a los tres que posiblemente imaginaste pedir. Te invito a leerlos en los versículos 9 al 11. 

Así que, desde que supimos de ustedes, no dejamos de tenerlos presentes en nuestras oraciones. Le pedimos a Dios que les dé pleno conocimiento de su voluntad y que les conceda sabiduría y comprensión espiritual. Entonces la forma en que vivan siempre honrará y agradará al Señor, y sus vidas producirán toda clase de buenos frutos. Mientras tanto, irán creciendo a medida que aprendan a conocer a Dios más y más. También pedimos que se fortalezcan con todo el glorioso poder de Dios para que tengan toda la constancia y la paciencia que necesitan. Mi deseo es que estén llenos de alegría y den siempre gracias al Padre (NTV).

 Estos son los tres deseos de Pablo:  

1.     Pleno conocimiento de la voluntad de Dios en toda sabiduría e inteligencia espiritual.

2.     Fortaleza en el glorioso poder de Dios.

3.     Alegría y gratitud.  

En primer lugar,

Pablo pide que los colosenses tengan pleno conocimiento de la voluntad de Dios en toda sabiduría e inteligencia espiritual. ¿Por qué Pablo consideraría esto tan importante? Porque nosotros desconocemos el futuro.

Regresemos a los tres deseos del genio de la lámpara. Imagina que gasto mi primer deseo en un automóvil sin saber que en cinco años me mudaré a París y tendré que venderlo. O quizá pedí una casa, pero se acerca la enfermedad de un familiar que requerirá de gastos imprevistos. ¿Lo ves? Pedimos a ciegas porque ignoramos el futuro. Por eso conocer la voluntad de Dios es muy importante.

Dios sabe todo sobre nosotras, incluso lo que necesitaremos para el mañana. ¿No sería, por lo tanto, más inteligente pedir que Él nos dé conocimiento de su voluntad? Este viene cuando estudiamos cartas como esta, Colosenses, pero también surge cuando el Espíritu Santo, que vive en nosotras, nos da esa sabiduría, esa inteligencia, esa comprensión, ese clic que nos dice cómo aplicar la voluntad de Dios a las realidades concretas de nuestro día a día.  

Quizá sigas pensando que el auto y el nuevo guardarropa son más deseables, pero mira lo que Pablo nos dice: Tener este tipo de conocimiento nos ayudará a que la forma en que vivamos honre y agrade a Dios, y además producirá buenos frutos y podremos crecer.  

Observa bien: cuando conocemos su voluntad y la ponemos en práctica, los reflectores no se posan en nosotros, sino en Él. Pero a la vez lo agradamos. Dios se pone feliz de vernos. ¿No suena maravilloso? Cuando tú amas mucho a alguien buscas su felicidad. Lo mismo pasa con Dios. 

¿No sueñas con crecer, con mejorar, con prosperar? Pidamos ese primer deseo de Pablo: que Dios nos dé el conocimiento de su voluntad. Él, que lo sabe todo, nos puede ayudar. 

Segundo,

Pablo pide que los colosenses sean fortalecidos con poder. Parece redundante, pero no lo es. Podemos fortalecernos con vitaminas, con ideas de superación, con frases bonitas, con halagos y adulaciones, pero Pablo sabe que necesitamos el poder de Dios. «Todo» el glorioso poder de Dios. El poder dinamita de Dios.  

De nuevo podrás preguntarte: ¿y para qué? Dios nos recuerda que este poder nos dará la constancia y paciencia que necesitamos. ¡Y cuánto la necesitamos! 

Debo confesar que no soy la más perseverante. Hoy empiezo algo, mañana lo dejo a la mitad. Puedo contar las veces que me he propuesto hacer ejercicio o aprender a coser. ¿Y qué hay de la paciencia? Se me acaba demasiado rápido. Siempre me quedo corta. Quiero todo «ya». En definitiva, necesito este súper poder glorioso.  

¿Tú también lo necesitas? Es esa clase de magnífico poder que vence cualquier tipo de adicción, que derrota cualquier tipo de pecado, que restaura la relación más rota, que reconcilia a los enemigos más distanciados, que cura la enfermedad más terrible. ¿No es mejor este deseo que la nueva casa o la cirugía plástica? 

Finalmente,

Pablo les desea alegría y gratitud. Es posible que esta idea sea lo que nos viene a la mente cuando queremos algo para nosotras mismas. ¿A quién no le gustaría sonreír todo el tiempo? Sin embargo, la idea de alegría en la Biblia difiere un poco de la que solemos tener.  

Para nosotros, alegría significa no tener problemas. En la Biblia, el gozo se experimenta a pesar de los problemas. También dice que Dios quiere que le sirvamos con alegría, que su gozo es nuestra fuerza y que en su presencia hay gozo. Parece que para Dios el gozo es muy importante. Además, debemos recibirlo con gratitud.

¿Te cuesta trabajo vivir con gozo? Te entiendo, a mí también. Tal vez puedes pensar en uno o más regalos que has recibido y no te han hecho sonreír. Tú sabes, la bufanda de color anaranjado o el suéter del siglo pasado o el maquillaje que no usas. ¿No habrías deseado que te hubieran dado mejor el dinero?  

No da mucho gozo que aunque pasan los cumpleaños todavía no tienes novio. No emociona que te dé clases otra vez el profesor al que no le simpatizas. No salta uno de gusto por una enfermedad o la falta de dinero.  

¿Entonces? En la próxima lección hablaremos de las muchas razones que tenemos para estar contentas y agradecidas. Por ahora, simplemente respiremos profundo, tomemos una pausa y recordemos lo que Pablo nos desea.  

Por cierto, son también mis deseos para ti. 

Le pido a Dios que te dé pleno conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual. Deseo que tengas fortaleza en el glorioso poder de Dios para ser más perseverante y paciente. Y deseo que con alegría des gracias por todo, incluso lo que no entiendes. 

No soy el genio de la lámpara, pero sé que Dios se agradará de escuchar mi oración por ti pues Él quiere darte lo mejor. Y esto, es más que suficiente.  

¿Y tú? ¿Por quién quieres interceder hoy y pedir estas tres cosas?


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Concluyendo el padre nuestro  (Dios te ama)

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