Las consecuencias devastadoras del rechazo

Foto por Marian Ramsey

Descubre cómo enfrentarlas y solucionarlas

Por Sheila Hernández Huerta 

¿Te identificas con alguno de estos pensamientos? No soy suficiente. Tengo que esforzarme más. Siempre soy la que tiene la culpa. Nunca cumplo con las expectativas de los demás. No tengo capacidades. Tal vez estés sintiéndote rechazada.

En algún momento de nuestra vida todas hemos pensado algo parecido a las frases anteriores, pero por lo general son ideas que vienen y se van. Sin embargo, cuando son constantes y repetitivas, acompañadas de tristeza, enojo y cambios de humor repentinos, te hará bien contestar estas preguntas de manera muy sincera, porque quizás estás experimentando las consecuencias devastadoras del rechazo.  

·       ¿Dices «si» cuando debieras decir «no» a las personas y circunstancias de la vida?

·       ¿Evitas a ciertas personas por temor a que te rechacen?

·       ¿Te sientes angustiada fácilmente cuando alguien no es amistoso contigo?

·       ¿Tratas de agradar a los demás?

·       ¿Te es difícil controlar la ira y el resentimiento hacia los demás?

·       ¿Te es muy fácil ver las cosas negativas de las demás personas?

·       ¿Tratas de saber lo que la gente piensa acerca de ti? 

Si tu respuesta fue afirmativa a por lo menos tres de estas preguntas, es muy probable que el dolor por el rechazo esté dirigiendo tu vida. 

El rechazo viene de la palabra hebrea maas que significa rehusar, desestimar o despreciar, y del verbo griego apodokimazo que significa desaprobar como resultado de un análisis. A veces las heridas son tan profundas que cuesta identificarlas, pero el impacto del rechazo sobre tu espíritu, alma y cuerpo es devastador. Por eso es necesario conocer sus efectos ya que estos pueden llegar a ser muy notorios para los demás, menos para ti. 

En consejería he identificado varios efectos muy escondidos y difíciles de reconocer, pero que comparto hoy contigo. Cuando experimentas las consecuencias del rechazo: 

·      Sientes una intensa dificultad y resistencia para confiar en Dios y empiezas a atribuirle características a su carácter que no le pertenecen. En otras palabras, desvirtúas su imagen y creas un mecanismo de defensa que activas la mayor parte de tu vida, llamado «proyección».

¿Y de qué te defiendes? De tu dolor. Bruce Narramore dice: «Si tus experiencias tempranas fueron de rechazo y abandono te será muy fácil pensar que Dios y las personas que te rodean son así».

Esta resistencia para confiar en Dios es altamente peligrosa, porque afecta primeramente tu espíritu, es decir, tu relación con Dios y sus propósitos eternos para tu vida. También lastiman tu alma, tu mente, emociones y pensamientos que se distorsionan velozmente y que finalmente se manifiestan en tu cuerpo. 

·       Tienes una autopercepción errónea de ti misma. La neurociencia nos ayuda a comprender este proceso en tu cerebro el cual bioquímicamente entra en un estado de alerta alterando tu realidad y segregando varias hormonas. Entre ellas, el cortisol, la hormona del estrés, inflama tu cerebro y tu mente pierde capacidades de razonamiento y memoria. Te conviertes en una fábrica de pensamientos autodestructivos y dañinos. Ya que tu mirada está en ti y en los demás, no te miras en los ojos de Dios.

June Hunt dice que ni siquiera la muerte hiere el corazón tan profundamente como cuando se sufre de abandono, afectando la imagen de uno mismo, destruyendo la confianza y desafiando la esperanza. 

·       Este dolor no solo corre dentro de ti. Una persona inflamada tiene cambios en su mente y se manifiestan en su conducta: una ausencia de ganas de relacionarte o bien mantenerte en estado alerta, es decir a la expectativa, desarrollando una incapacidad de escucha y empatía para con el otro. Recuerda esto: El rechazo ¡engendra más rechazo! 

·       Te vuelves altamente estricta contigo y te dices: «Nadie volverá a lastimarme. De ahora en adelante yo me protegeré. Si no me quiero yo, nadie más lo hará». Por lo tanto, impides que el amor y la aceptación dados por Dios hacia ti sean parte de tu vida, así como del cariño de otras personas. 

·       Eres tu propio dios, te adoras y te sirves. Desarrollas una compulsión por agradarte a ti misma y a los demás, creando comportamientos altamente adictivos y rutinas como el ejercicio excesivo, dietas agresivas, estrictos rituales para proteger tu piel, dormir mucho, comer mucho, no bañarte, falta de motivación para el estudio, un estado de auto conmiseración, dificultad para establecer relaciones saludables, comportamientos adictivos, o una vida de éxito para complacerte. Estos síntomas solo muestran la fuerte necesidad de conocer el verdadero carácter de Dios. 

El apóstol Pablo escribió en Romanos 8:28,29 NTV: «Y sabemos que Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien de quienes lo aman y son llamados según el propósito que él tiene para ellos. Pues Dios conoció a los suyos de antemano y los eligió para que llegaran a ser como su Hijo, a fin de que su Hijo fuera el hijo mayor entre muchos hermanos». 

Desglosemos el pasaje. 

Y sabemos: ¿Lo sabes? 

Que Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien de los que lo aman: ¿Crees que él trabaja para el bien de tu vida porque te ama? ¿Crees que va dando dirección a las circunstancias dolorosas o difíciles en tu vida? Es verdad porque lo dice su Palabra, y esto es suficiente. 

Y son llamados según el propósito que el tiene para ellos: Quizás el problema está en que no has respondido a su llamado, y por lo tanto no conoces sus propósitos eternos para ti. ¡Hoy es el día! Cercano está. Ven a él. 

Pues Dios conoció a los suyos de antemano y los eligió para que llegaran a ser como su hijo, a fin de que su hijo fuera el hijo mayor de muchos hermanos: ¿Eres suya? Él quiere que tu forma de ser sea como la de su hijo Jesucristo, aquel varón de dolores, experimentado en quebranto, quien tiene mucho que enseñarte. ¿Puedes evocar su carácter? Él nos pide que aprendamos de Él. Hazlo. Te sorprenderá lo que puede hacer nuestro hermano mayor. 

Como tú, yo también experimenté el rechazo, pero conocer el verdadero carácter de Dios, no como yo lo imaginaba u otros me decían, me ha hecho ver la vida de una manera diferente.

Tengo siempre presente que, si bien otros me han rechazado, el Dios de dioses, el Creador del universo, mi Padre amoroso ha hecho todo lo contrario. Todo lo que leo en la Biblia es una invitación: Vengan a mí los que se sienten cansados. Yo no los echo fuera. Yo sano a los quebrantados de corazón. Yo vendo las heridas. Estoy a la puerta y llamo. Abre la puerta y cenaré contigo. Con amor eterno te he amado. 

Cuando alguien me rechaza y el dolor me invade, recuerdo que Dios ha creado un hermoso camino para llegar a Él y deleitarme en Él. ¿Vienes conmigo?


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