Cinco verdades que aprendí en mi matrimonio

Serie: Rumbo al altar

Por Karla Olivares de Vega

Los noviazgos no siempre terminan en boda, sin embargo, mi esposo tenía muy claro que nuestra relación sería duradera. El día que Israel me pidió que fuera su novia, antes de responderle, le pregunté «¿Por qué quieres que sea tu novia?». Su respuesta inmediata fue «Porque esto va en serio, me quiero casar contigo». Yo tenía 22 años, estaba dudosa, pero Dios sabía lo que vendría después. 

En relaciones anteriores no me sentí valorada y mucho menos amada. El vacío que sentía era una demostración de la falta de Jesús en mi vida. El Señor, en su infinita misericordia, permitió que Israel llegara en el momento preciso, cuando necesitaba voltear mi mirada al Creador. Hoy quiero compartir contigo sobre la mejor decisión que he tomado, después de conocer a Jesus, y es casarme con Israel. 

1.- Mi esposo ama más a Dios que a mí

Para el mundo actual esta idea suena a una locura, pero es completamente bíblica. Mi esposo debe tener como máxima prioridad en su vida al Señor, debe ser su anhelo máximo y principal. Si mi esposo tiene una relación personal con Cristo, tiene una vida devocional, sirve a la Iglesia y Jesús es la base de su vida, entonces su amor por mí será genuino y verdadero. Su primer amor es Dios, y en esa jerarquía me encanta estar en el segundo lugar. 

2.- Los hijos son herencia del Señor

En los últimos años hemos escuchado que la gente se refiere a sus hijos como sus bendiciones, y aunque lo dicen bromeando, este hecho es completamente cierto, Dios ha bendecido a los matrimonios con el nacimiento de los hijos. La responsabilidad de criar a un pequeño en el camino del Señor es la herencia más extraordinaria que pueda haber. Cuidemos y atesoremos esa herencia como un regalo hermoso que Dios nos ha otorgado.

3.- Nada es color de rosa

Los desenlaces de las películas románticas y de princesas se representan siempre con una boda y la frase «Vivieron felices para siempre». Déjame decirte que esto no es del todo cierto, el matrimonio tendrá pruebas, no siempre estarás de acuerdo con tu esposo, habrá peleas y malos entendidos, pero una vez que termine la discusión dobla las rodillas y pide a Dios sabiduría para salir adelante. Si Dios está en medio del matrimonio entonces habrá bendición; el cordón de tres dobleces no se rompe pronto. 

4.- Vive los votos nupciales

Las palabras que se dicen el día de la boda no son solo poemas y detalles románticos, se trata de un compromiso realizado ante testigos y Dios. Los votos son un texto escrito lleno de amor y es una promesa al Señor y a tu esposo. Tenlos en un lugar visible, léanlos juntos, entiéndanlos y lo más importante llévenlos a la práctica.  

5.- La Biblia es el manual

En la Palabra de Dios encontrarás cómo hacer de tu matrimonio una relación sólida sobre la roca que es Jesucristo. Acércate a las mujeres casadas de tu iglesia que tienen más experiencia, platica con la esposa de tu pastor, ora y pide sabiduría. Además, cuentas con otras herramientas como libros que seguro serán de mucha bendición. Algunas recomendaciones son: Tu matrimonio sí importa, de Juan Varela, Ora por tu marido de la cabeza a los pies, de Sharon Jaynes y Hogar bajo su gracia, de Karla de Fernández. Todos estos materiales están basados en la Escritura y ten por seguro que te ayudarán en este hermoso camino con tu esposo. 

El Señor bendice el matrimonio no por quienes somos, sino por quién es Él.


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