Tormenta cerebral

Pintor Katsushika Hokusai

O  «secuestro de amígdala», descubre qué significa

Por Sheila Hernández Huerta

Si hoy te preguntara: «¿Cómo está el clima en tu mente?» ¿Qué me responderías? ¿Tropical, lluvioso, tranquilo, seco, templado, en bonanza?

Cuando nuestro Señor Jesús estuvo en la tierra, solía pasar muchos momentos con las multitudes y con sus seguidores. El clima atmosférico les favorecía pues podían subir montañas y pasar horas sentados en las laderas escuchándolo debajo de los árboles o se reunían junto al mar para oírlo enseñar.

En cierta ocasión, el clima cambió. Vino una tempestad. El Señor Jesús despidió a la multitud que lo había venido a ver y les dijo a los discípulos que navegaran al otro lado. Mientras lo hacían, el Señor se recostó a descansar.

Entonces el clima cambió y se desató una tempestad. Las olas amenazaban con hundir la barca, y sus vidas estaban en peligro. Los evangelistas nos comparten las reacciones de los discípulos. Gritaron:

«Señor, ¡sálvanos! ¡Nos vamos a ahogar!» (Mateo 8:25).

«Maestro, ¿no te importa que nos ahoguemos?» (Marcos 4:38).

«¡Maestro! ¡Maestro! ¡Nos vamos a ahogar!» (Lucas 8:22).

¿Con cuál de estas reacciones te identificas?

Quizás tú no estás en medio de una tormenta en este momento, pero tu mente sí. A este proceso Daniel Goleman le ha llamado «secuestro de amígdala».

¿En qué consiste? En una respuesta automática y desequilibrada de la mente. La amígdala es una pequeña zona del cerebro del tamaño de una almendra que mantiene muchas funciones, entre ellas:

●       La recepción de información del entorno: Es decir, nuestros sentidos reciben información sobre lo que nos rodea y a veces surge el miedo y el desagrado pues son las emociones dominantes para la supervivencia.

●       La consolidación y almacenamiento de la información emocional: Debido a que la amígdala está estrechamente ligada a nuestro hipocampo, en el cual se encuentran los archivos de nuestra memoria, es más significativa a nivel emocional.

●       Desarrolla la cognición social: Es la que nos permite establecer una comunicación más empática con las personas.

Al quedar secuestrada la amígdala, el desborde emocional es evidente. Tenemos una fuerte incapacidad de controlar los impulsos, y cuando esto pasa en los niños, los padres son, por lo general, los encargados de regular su estado mental.

Sin embargo, en la adolescencia y la juventud los papás ya no cumplen esa función y por lo tanto es común que los jóvenes busquen una sustancia o actividad que les produzca placer como un modo de tranquilizarse. En la actualidad, las redes sociales son esa fuga que, tristemente, sólo los altera más.

En los adultos, por otro lado, estos desequilibrios se confunden o ignoran y solemos decir: «Sólo tengo un mal día» o «Así soy yo». Sin embargo, lo que necesitamos con urgencia es que alguien nos ayude a ver lo que pasa dentro de nosotros, como una manera de cuidarnos, ayudarnos y protegernos.

Te comparto la historia de Karla. Ella batallaba mucho con la inseguridad y solía tener tormentas mentales frecuentes. ¿Qué le sucedía?

●       Se sentía constantemente devaluada, pensando que su hermana y sus compañeras eran mejor que ella en todo.

●       Se auto percibía tonta.

●       Su cuerpo se ponía frío cada vez que se veía sometida a una evaluación.

●       Dudaba si alguien llegaría a enamorarse de ella.

●       Se sentía muy sola.

●       Se aislaba, y la mayor parte del tiempo estaba resentida y dolida con los demás.

¿Por qué surgían estos estados de huida y ataques en su vida? Porque, al igual que los discípulos, su mirada se había enfocado sólo en ella. Y no necesitaba que alguien le dijera que era la más bonita, ni que animara su estado de ánimo. Eso le hubiera servido por unas horas, pero habría regresado a lo mismo. ¡Ella necesitaba conocer la Palabra de Dios!

Notemos que Jesús les dijo a los discípulos que pasaran al otro lado. Él estaba a cargo del crucero y no le preocupaban los cambios de clima, ¡porque Él los controlaba! Así que, cuando los discípulos gritaron, el Señor Jesús se levantó y reprendió al viento. Le ordenó al mar callarse y se hizo gran bonanza. La tranquilidad volvió de inmediato. ¿Puedes imaginar los rostros de sus seguidores?

¿Y qué les preguntó a los doce?

«¿Dónde está su fe?».

Lo mismo nos pregunta hoy. ¿Dónde está tu mirada? ¿En las personas? ¿En las circunstancias? ¿En el clima? ¿En ti misma? Cuando vives sin Dios, siempre querrás cambiar las circunstancias externas pensando que esa es la solución de todo. Pero Jesús quería mostrar a sus discípulos que la clave está en dónde ponemos los ojos. Y ellos no los habían puesto en Él.

¿Y tú? Dios nos tiene que llevar mar adentro para que podamos responder como David: «Él es mi escudo, el poder que me salva y mi lugar seguro» (Salmos 18:2).

Karla reconoció que su fe estaba en todos lados menos en Jesús. ¿Pero cómo cambiar? Santiago 1:6-7: «Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará, pues Dios da a todos generosamente sin menospreciar a nadie. Pero que pida con fe, sin dudar, porque quien duda es como las olas del mar, agitadas y llevadas de un lado a otro por el viento».

Karla, sin embargo, pensaba que Dios no la escucharía. Sabía que Jesús es Dios, ¡pero no era su Dios! Entonces identificó que su orgullo y su soberbia le impedían acudir a Él y pedir su ayuda.

Ella se inclinó ante el Señor y pidió perdón. También le rogó que Él tuviera total dominio en sus pensamientos y en toda su mente. Hoy va remando poco a poco, con algunos días lluviosos, sin embargo, son más los días de bonanza pues navega con Él y para Él. Hoy sabe quién es Aquel a quien el viento y el mar le obedecen.

Y algo curioso: ¿te acuerdas que sentía frío mientras se sometía a evaluaciones? Éste desapareció, pues el que habita al abrigo del Altísimo, mora bajo la sombra del que todo lo puede. (Salmo 91:1).


Tal vez también te interese leer:

En proceso de remodelación   (Tenemos un asesor de imagen personal)

Su amor me restauró   (¿Quién hace esto?)

Tal como soy    (Descubre lo valiosa que eres)

Somos únicas  (¿Sabías esto?)

Abrazando con las rodillas   (Descubre los beneficios del abrazo)

Ganando la lucha contra la bulimia    (La forma eficaz para escapar de esta adicción)

Eres admirable   (No dudes de esta aseveración)

Vales... y mucho   (Acepta esta verdad)

¿A quién agradar?   (Descubre a quién vale la pena agradar)

¿Importa lo de afuera?    (Aprende a valorar a ti y a otros de forma integral)

La patita fea   (¿Te has sentido así?)

Anterior
Anterior

Ensalada reina

Siguiente
Siguiente

Serie: Suficiente, Parte 4