La oración y la intercesión
Protección contra agresiones externas
Por Julia Harris
Otro elemento que se usaba para el incienso era la uña aromática. Esta sustancia se obtenía de la concha del caracol marino, el Unguis odoratus o Blatte byzantina. Abundan en el mar Rojo y tienen forma de uña, de allí su nombre.
A los moluscos, su concha les sirve como protección contra agresiones externas.
La oración también protege:
Nos protege a nosotros. Clamamos a Dios cuando estamos en peligro físico, cuando nos acecha alguna tentación, cuando tenemos ansiedad o nuestros pensamientos nos perturban.
¡Cuánta seguridad produce en nosotros recordar las promesas de Dios y acudir a Él en oración!
Protege a los demás. La intercesión es pedir por otros y la Biblia habla mucho sobre esto. Cuando se habla de interceder se usa la palabra rogar, o sea suplicar con todo el corazón.
¿Qué cosas podemos pedir por los demás?
Por su salvación y debemos hacerlo con constancia y con un dolor profundo en el corazón, porque sabemos cuál es su destino si no creen en Jesucristo. «Serán castigados con destrucción eterna, separados para siempre del Señor y de su glorioso poder» (2 Tesalonicenses 1:9 NTV).
Por los que comparten el evangelio. «Oren para que el mensaje del Señor se difunda rápidamente y sea honrado en todo lugar adonde llegue, así como cuando les llegó a ustedes. Oren, también, para que seamos rescatados de gente perversa y mala, porque no todos son creyentes» (2 Tesalonicenses 3:1,2).
Por su vida espiritual. Hablando de Epafras, Pablo dice: «Siempre ora con fervor por ustedes y le pide a Dios que los fortalezca y perfeccione, y les dé la plena confianza de que están cumpliendo toda la voluntad de Dios» (Colosenses. 4:12)
Por su salud. «Oren los unos por los otros, para que sean sanados. La oración ferviente de una persona justa tiene mucho poder y da resultados maravillosos» (Santiago 5:16).
Nuevamente, vemos el ejemplo de nuestro Señor Jesucristo en los evangelios pidiendo por lo suyos. Pedía que su fe no faltara, que su Padre los guardara del mal, que su Palabra los santificara y que fueran uno. Y el día de hoy sigue intercediendo por nosotros.
¿Les ha pasado que ante una tremenda necesidad de otro no saben qué pedir? No se preocupen: «El Espíritu Santo nos ayuda en nuestra debilidad. Por ejemplo, nosotros no sabemos qué quiere Dios que le pidamos en oración, pero el Espíritu Santo ora por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras» (Romanos 8:26).
Nunca dejemos a un lado este importante ingrediente de la oración: la intercesión.
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