Entrevista a un trozo de barro

Foto por Andrea Hernández

Descubramos lo valioso de esta conversación

Por Laura Castellanos

—¿Y conoces bien a tu dueño?

—Por supuesto. Soy su creación.

—Pero eres solo un trozo de barro.

—Discúlpeme, pero estoy en proceso de transformación. Soy una vasija en potencia. Sé todo sobre mi dueño.

—¿En serio? ¿Sabes si serás un tarro o una cazuela? ¿Cómo sabes que el alfarero está trabajando en ti?

—Bueno, seré algo útil. Eso es seguro… Además siento sus manos en mí. Reconozco su toque.

—Mi pregunta es, ¿por qué dices que sabes todo del alfarero?

—Porque…

—¿Comprendes lo que hay en la mente de tu creador?

—No siempre… A veces no entiendo por qué me pone al fuego, o por qué me vuelve a formar en una masa. Estoy seguro de que terminaré siendo un instrumento útil, aunque en ocasiones pienso que seré una cazuela, pero luego me veo más como un tarrito.

—¿No te gustaría cambiar de alfarero? En aquellas fábricas todo es más… sencillo.

—¡Eso nunca! Yo me quedo con mi alfarero. Él nos hace piezas únicas y nos trata con amor. Ya estuve en el pasado en una de esas fábricas en serie y no regresaría por nada del mundo. Allí no había amor, sino maltrato. Allí solo buscaban reprimir mi esencia. Me quedo en estas manos, sabias y tiernas.

—Si así lo quieres...

—Así lo quiero.


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