Un enojo que dura generaciones

Foto por Cynthia Ramírez

¿Puede heredarse el enojo? 

Por Keila Ochoa Harris

¿Puede el enojo durar generaciones? ¿Heredamos las enemistades de nuestros padres? En Esencia creemos que aprender de la historia nos enseña a no repetir los errores del pasado y a mirar el mundo desde otra perspectiva. Por eso, en esta sección, queremos contarte un poco de la historia del cristianismo para que tú evalúes, aprendas y reflexiones. 

Seguramente, si sigues las noticias sabrás que uno de los lugares más conflictivos del mundo es, precisamente la Tierra Santa. El primer escritor en referirse a Israel como la Tierra Santa fue Justino Mártir, en el año 160. Justino intentaba mostrar que la tierra prometida a Abraham un día sería heredada por todos los seguidores del Dios verdadero. 

Sin embargo, ¿qué ha ocurrido en este lugar geográfico? Después de que Jesús murió y resucitó entre los años 30 y 33 D.C., los romanos continuaron al frente hasta que Tito destruyó el templo de Jerusalén en el año 70. Desde entonces, no hay templo judío en esta área. 

Cuando el Imperio romano cayó, surgió el bizantino, con sede en Constantinopla. Durante este gobierno cristiano, se construyó la iglesia del Santo Sepulcro y se hizo común que se visitara Palestina como un tipo de turismo religioso. Se fundaron muchos conventos y monasterios, hasta 639 cuando Jerusalén cayó ante el califa Umar. 

En el año 691, se construyó la Cúpula de la Roca, un lugar de culto islámico en el centro de Jerusalén, precisamente en el lugar del antiguo templo. Luego comenzaron las cruzadas, movimientos armados convocados por los papas para recuperar la Tierra Santa. 

Si revisamos la historia, veremos conquistas y guerras que terminaron con la expulsión total de los cruzados en 1291. Jerusalén continuó bajo gobierno musulmán, y en 1517 los turcos otomanos la conquistaron. Casi cuatrocientos años más tarde, comenzó la historia moderna, cuando, en 1917, la Declaración de Balfour apoyó el regreso de los judíos a Palestina. 

Los británicos gobernaron Palestina durante la Primera Guerra Mundial y al final de la Segunda, David Ben-Gurión declaró el estado de Israel. Aunque pasaron todavía algunas guerras mientras se establecía la nación que hoy conocemos, los judíos finalmente volvieron a ocupar el territorio de la antigua Palestina. 

La pregunta es: ¿por qué tanto pleito y enojo? Porque, como puedes percibir, los romanos, los persas, los árabes, los turcos, los judíos, incluso los franceses y británicos han conquistado, colonizado o invadido la Tierra Santa durante años. Y todos dicen que les pertenece, ya sea porque es la tierra de Abraham, el suelo que tocó Jesús, o el lugar donde Mahoma ascendió a los cielos. 

Sin embargo, existe un pequeño grupo de seguidores de Jesús que han vivido en esa tierra desde el principio. La historia de un hombre quizá nos pueda ilustrar a lo que nos referimos. Elías Chacour nació en la pequeña aldea de Biram, en los montes galileos. Su madre nutrió su fe al contarle las parábolas y las historias de Jesús. Su padre, aunque árabe, oraba por los soldados sionistas que confiscaban sus casas y los presionaban a marcharse. En 1960, Elías se ordenó como sacerdote de la iglesia Melquita (griego-católica) en Nazaret. 

Chacour, quien habla arameo y puede leer los Evangelios en su idioma original, quedó cautivado por las bienaventuranzas de Jesús. Comprendió la pasión de Cristo por un mundo de paz y justicia, y aunque él experimentaba la opresión judía, comprendió también que los judíos venían saliendo de una cruel guerra y un horrible exterminio. 

Chacour pudo haber tomado el camino de muchos de sus compatriotas: el terrorismo. Pudiera odiar a los judíos y causarles daño de muchas formas. Ha sido testigo del profundo enojo entre vecinos, miembros de la iglesia y familiares. Años de humillación, prejuicio e incluso golpizas le mostraron que él también podía volverse un vengador y un hombre violento. 

Aun así, eligió, aunque con lágrimas, ejercer el perdón y luchar por la reconciliación. Para Elías, judíos y palestinos son «hermanos de sangre» y la tierra pertenece al Señor (Levítico 25:23). 

A veces pensamos en la Tierra Santa como un lugar turístico al que podemos acudir o el campo de batalla de cristianos, judíos y musulmanes. Sin embargo, desde que Jesús murió y resucitó, también ha sido la tierra de cristianos que hablan árabe que todavía viven ahí y descienden de esos primeros cristianos, como es el caso de Elías Chacour. 

¿Puede heredarse el enojo? Te aseguro que muchos palestinos desconocen su gran herencia cristiana. Seguramente ni judíos ni palestinos se toman el tiempo para conocerse entre ellos y dialogar. El enojo provoca confrontaciones, como la que se suscitó el 7 de octubre de 2023. 

Quizá no somos judíos ni palestinos, pero probablemente en nuestra historia nacional también hemos heredados enojos ancestrales. Quizá existe un rechazo a las culturas originarias de la tierra o a los mestizos y extranjeros que las han poblado. Tal vez no simpatizamos con los de tal o cual ciudad por eventos del pasado. ¿Pudiera ser que incluso en la misma familia el tío fulano no habla con el tío zutano por una querella de la juventud? 

Elías Chacour describe en uno de sus libros: La forma de resolver conflictos: «Si hay un problema, esto pasa. Tres personas harán algo concreto para arreglar el asunto. Diez personas darán un sermón o discurso sobre lo que los otros tres intentan hacer. Cien personas apoyarán o condenarán a las diez personas que han hablado al respecto. Mil personas discutirán el problema. Y sólo una persona, una sola, estará tan ocupado en hallar una verdadera solución que no escuchará al resto» (Elias Chacour, Blood Brothers). 

¿Seremos de las tres, diez, cien, o mil personas en la lista? Seamos el «uno» que, como Chacour, busca que el enojo se desvanezca y surja el perdón, la paz y el amor. 

Keila Ochoa Harris es editora de la Revista Esencia y escritora de más de 20 libros publicados. Vive en el norte de México con su esposo y dos hijos.


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