Los refranes de mi abuelita

Foto por Diana Gómez

Nos alertan y resaltan verdades

Por Celia Merlos de Ramírez

Un día enumeré más de doscientos refranes que aprendí de mi abuelita. Ella nació en 1894 y tuve el privilegio de vivir cerca de ella hasta sus noventa y dos años. 

«Árbol que crece torcido, jamás su tronco endereza», nos decía. Si teníamos una mala amistad: «El que con lobos anda, a aullar se enseña» o «Dime con quién andas y te diré quién eres». Si nos veía perdiendo el tiempo: «El tiempo perdido, hasta los santos lo lloran». 

No puedo evitarlo, están en mi mente y los repito cuando vienen al caso. Son muy ciertos, nos alertan y resaltan verdades. 

Ahora que soy más madura, encuentro un punto de comparación entre la Biblia y los dichos que he aprendido, ambos son formas de sabiduría: una popular y la otra, sabiduría de Dios. 

Como creyente en Cristo me vienen a la mente muchos textos bíblicos, la mayoría de ellos los aprendí desde niña. Me siento bendecida porque han sido «lámpara a mis pies y lumbrera a mi camino» como dice el Salmo 119. 

Los mandamientos y consejos de Dios son para nuestro bien y apegándonos a ellos viviremos una vida que le da honra a Dios, nuestro Creador. Vale la pena memorizarlos y repetirlos a las siguientes generaciones.

Por ejemplo, Salmos, Proverbios y Eclesiastés son libros hermosos. Nos invitan a reflexionar en muchísimos temas como: las cualidades de Dios, las consecuencias del insensato, las características del hombre sabio, la vida, la muerte, la bondad, las riquezas, la amistad, la mentira, la vejez, la juventud, la obediencia a los padres, la brevedad del tiempo y mucho más. 

Me vienen a la mente dos textos en relación a la sabiduría que viene de Dios:

«Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra» (2 Timoteo 3:16-17).

«Porque Jehová da la sabiduría, y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia» (Proverbios 2:6).

Saber dichos y refranes es bueno. Estudiar, memorizar y vivir lo que la Biblia enseña es aún mejor.


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