Escalamos juntas
Donde tengas tu soga, no te sueltes
Por Graciela Rozas
Una tarde más, reunidas alrededor de la mesa, con el mate pasando de mano en mano ¿Sabes qué es el mate? No puede haber reunión argentina sin nuestra tradicional bebida. Así que ahí estamos, abriendo nuestros corazones.
¿Por qué nos reunimos?
Florencia responde: «Desde que estoy en este pequeño grupo de estudio bíblico me siento animada y alegre por aprender más de la Palabra de Dios. También entendí lo importante que es tener comunión con mis hermanas en la fe, ya que nos apoyamos en oración y eso es muy importante para nuestra vida».
Sol añade: «Me hace bien reunirme aquí porque puedo compartir mis preocupaciones y mis alegrías. Me siento escuchada y contenida. En estos encuentros se fortalece mi fe».
Jenni también opina: «Este grupo ha sido de gran bendición para mi vida, porque podemos orar las unas por las otras, comentar nuestras cargas, y animarnos con la palabra del Señor».
Melina dice: «En este espacio podemos resolver dudas de algún versículo que no entendemos, buscar consejos para tomar una decisión, etc. También lo lindo es que podemos invitar a amigas que todavía no se animen a ir a la iglesia».
Y Estela comparte: «¡En el grupo oramos por mi falta de trabajo, y ese mismo día me comenzaron a llegar nuevas clientas! ¡Todas nos alegramos por las respuestas del Señor!».
Las pienso y veo un abanico de vidas con colores bien diferentes:
Veo a la estudiante que se reparte afanosa entre sus horas de trabajo y de estudio, con el anhelo de lograr su título.
Está también la joven maestra, con su rutina ordenada y puntual.
Abrazo a la muchacha que tantas veces se fue del camino y volvió herida… con renovados deseos de limpiar su vida y ser discípula en serio.
Allí está la prolija modista que ya pisó los cuarenta y reparte su amor entre sobrinos y perros.
Me alegro porque vino la mamá joven y sola, que inventa cada día algo para estirar sus recursos y alimentar a sus dos niños.
Y a la mesa estoy también yo, que ya di vuelta las páginas de todas esas etapas, y veo asomar algunas canas en mi cabeza.
¿Qué hacemos todas juntas? ¿Qué nos une?
Tal vez, la necesidad. Necesidad de tener un espacio seguro donde abrir el corazón. Necesidad de sentir el amor de Dios en la escucha atenta de la hermana, en el abrazo comprensivo, en la oración compartida. Necesidad de descubrir juntas el mensaje práctico de Dios al bucear en Su Palabra. En resumen, necesidad de comunión.
Y es que Dios no nos hizo para andar solas y empujar por nuestra cuenta en el sendero de la vida cristiana. Que no es un sendero fácil, claro… más bien lo veo como la escalada de una montaña. ¿Has visto alguna vez cómo trepan los escaladores? Aclaro que nunca he estado ni cerca, pero desde la comodidad de mi pantalla los he observado trepar esos riscos que parecen imposibles.
¿Cómo lo hacen? Vi al primero, el guía, fijando el clavo o pitón de escalada; él colgará y asegurará la cuerda, de la cual se irán sosteniendo sus compañeros para avanzar detrás de él o ella. Escalando en equipo, se sostienen y dependen uno del otro, para evitar caídas y llegar a la meta.
¿Qué pasa si alguien decide escalar en solitario? Seguramente es mucho más riesgoso. Si resbala o cae, ¿quién se enterará y lo sostendrá? Si es novato y se encuentra ante una dificultad, ¿quién le enseñará cómo seguir? Si llega a la meta, ¿con quién compartirá el gozo del triunfo?
¡Qué parecido es esto a nuestro recorrido espiritual! El Señor no nos llama a andar por una meseta chata, todo el tiempo igual; una seguidora de Jesús siempre está subiendo, siempre más arriba. Aun el apóstol Pablo dice: «esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta» (Filipenses 3:13,14).
Pero esa escalada espiritual, ¡también es mejor hacerla en equipo! Por algo Pablo menciona tantas veces el unos a otros: animarnos con la fe que compartimos, amarnos, ayudarnos a crecer, aceptarnos, instruirnos (Romanos 1:12; 12:19; 14:19; 15:7 y 14), sobrellevar las cargas (Gálatas 6:2), brindarnos apoyo por amor (Efesios 4:2) … unas a otras. (Hay muchos más, te animo a buscarlos).
¿Tienes compañeras de escalada, aquellas con las que estás unidas por la soga invisible de comunión, estudio de la Palabra y oración?
¿Tienes una guía espiritual y confiable que vaya adelante, marcando y afirmando el recorrido ascendente?
¿Tienes a tu lado a quienes abrazar con alegría cuando llegas a una meta?
Puede ser tu grupo de estudio bíblico, tu célula, tu sociedad de jóvenes, tu congregación. Donde tengas tu soga, no te sueltes, mantente unida y el Señor las usará y te usará para que juntas asciendan hacia la meta.
Aprende a poner límites