¿Es posible que un cristiano caiga en depresión?
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Por Argelia Mejía L.
¿Es posible que un cristiano caiga en depresión? Eso podría sonar casi antibíblico, pues desde niños nos enseñan cuán poderoso, fuerte, fiel, misericordioso y amoroso es Dios, así que, ¿qué provoca que un creyente olvide todo esto y se sienta deprimido?
Encontré que existen 3 posibles causas:
La depresión puede ser una enfermedad provocada por algún suceso traumático que deja una huella difícil de esconder y una herida muy difícil de cerrar. De éstas las más difíciles de superar son las causadas por un ser querido, un amigo o un familiar, ya que son personas en las que confiamos y de las cuales no esperamos una traición. Los consejeros cristianos nos pueden ayudar a evaluar si requerimos la ayuda de un profesional de la salud.
También podemos caer en depresión por haber pecado. Pecar nos puede hacer sentir tan avergonzados que creemos que no merecemos nada. De hecho, obtener el perdón de la persona que lastimamos puede ser más fácil que obtener nuestro propio perdón, y el maligno es experto en recordarnos nuestros errores. No olvidemos Miqueas 7:19 que dice: «Él volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados». El perdón de Dios no tiene límites.
No debemos olvidar que somos seres caídos en un mundo caído. Así que no es imposible comprender que esta sea otra consecuencia de nuestra naturaleza humana pecaminosa e imperfecta. Vemos la violencia, la injusticia en las noticias o incluso frente a frente, y podríamos pensar: ¿cómo es que Dios permite toda esta maldad? Pero no debemos olvidar que es el mundo quien le ha dado la espalda a Dios; lo han sacado de sus casas, de sus escuelas, de sus vidas en general. Han buscado lo suyo propio, sin considerarlo en lo más mínimo.
Yo misma he experimentado la depresión. A mis 15 años tuve dos intentos de suicidio por problemas familiares y de aceptación, y más recientemente mi propio hijo la padeció por muchos años, ya que fue maltratado en dos colegios por maestros y compañeros. Vi la triste transformación de un niño súper alegre y lleno de chispa a un adolescente totalmente retraído y hasta agresivo, que temía socializar por miedo a ser lastimado nuevamente.
Así que comparto algunas cosas que la Biblia nos anima a hacer cuando nosotras o alguien más atravesamos los lugares oscuros de la depresión.
En Santiago 5:16 dice: «La oración eficaz del justo puede mucho». Oremos con constancia por nuestros seres amados que pasan por depresión. Seamos fieles, amorosos y muy pacientes, confiando en que Dios es el médico de médicos y los sanará en su momento.
Isaías 55:8 y 9 dice: «Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos». Dios permite que vivamos ciertas situaciones por una razón; todo está bajo su control y para el cumplimiento de sus propósitos. Así que recordemos que Dios dará la salida para cualquier situación complicada.
Es muy importante que nuestros amigos no estén solos, ni se sientan solos. En Eclesiastés 4:9-11 dice: «Mejores son dos que uno… porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante… ¿cómo se calentará uno solo?»
Asistir con frecuencia a la iglesia, así como recibir apoyo espiritual y emocional es básico para mantenernos llenos del Espíritu. En algún lado escuché que somos seres carnales, pero también espirituales. Si alimentamos más la parte carnal, la espiritual menguará, y si por el contrario mantenemos alimentada la parte espiritual, la carnal irá menguando.
Literalmente debemos llenarnos del Espíritu Santo para salir adelante. Escuchemos el consejo de Hebreos 10:23-25: «Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos…».
Ciertamente la depresión nos hace pensar que estamos solos, pero no olvidemos lo que dice Isaías 41:13: «Yo soy Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo». ¡Qué gran promesa!
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