Todo lo puro
En esto piensen
Por Sara Trejo de Hernández
Cada día procesamos alrededor de 6,200 pensamientos, según investigadores de la Universidad Queen’s (Canadá). Seguramente Dios, quien nos creó, sabía que nuestro pensamiento es muy errático y necesita dirección. Esa es la razón por la que Pablo nos da la recomendación de meditar, pensar, concentrarnos, considerar bien o ejercitar lo que está en nuestra mente.
Posteriormente abordaremos algunas de las recomendaciones que nos hace a través de Filipenses 4:8: «Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros».
En esta ocasión nos enfocaremos en: Todo lo puro.
La palabra Puro (ἁγνός (hagnós), significa: Puro, limpio, casto, sin mancha, inocente, moralmente sin corrupción.
Esta palabra nos remite a un objeto que no está contaminado. Esta es la invitación del Apóstol para aquello en lo que debemos meditar. Sin embargo, lo que pensamos no es puro porque todo el entorno y nosotras mismas no estamos limpias en nuestra totalidad.
¿Qué nos contamina?
Como vivimos en un mundo corrupto, nos contaminan las ideas y prácticas de él. La deshonestidad, la mentira, la codicia, la manipulación, el engaño, la envidia, los celos, el resentimiento, la amargura, el enojo, el temor, la ansiedad, la falta de perdón, la angustia.
Además la sensualidad ha crecido como un río desbordado. Cuando yo era niña no había imágenes que mostraran a una mujer o un hombre en ropa interior. Ahora los espectaculares muestran eso y más. No se diga las series y películas que pasan en horarios que antes eran familiares. Es por esto que la castidad y la inocencia no son cualidades que se fomenten.
Otro peligro es que el valor de lo material ha sobrepasado al valor de la familia. Así que padre y madre trabajan exhaustivamente, para comprar ropa de marca, celulares de última generación, pagar colegiaturas, diversiones y vacaciones, pero no están presentes en la vida de sus hijos.
El mundo y sus requerimientos se ha tragado aún, a los hijos de Dios. Estamos tan inmersos en lo que vemos, olemos, saboreamos y sentimos, que nuestro pensamiento está ocupado sólo en eso.
Personajes que mantuvieron la pureza
Pensemos en algunos personajes bíblicos que se mantuvieron puros a pesar de su entorno.
José el hijo de Israel evitó pecar, ante la provocación de la esposa de su jefe, Potifar. No accedió al acoso sexual de esta mujer y se mantuvo casto. (Génesis 39)
Los otros personajes fueron Daniel y sus amigos, quienes decidieron no contaminarse con la comida del rey Nabucodonosor. Además, los amigos de Daniel decidieron no adorar a otro Dios que no fuera Jehová y Él los libró del horno de fuego. (Daniel 1, 3)
Todos estos tenían profundas convicciones que los sostuvieron en el momento de la prueba.
¿Cómo logramos la pureza?
Consideremos cómo se obtiene oro puro. Para lograrlo se le debe someter a algún proceso. Existen varios métodos para conseguir su pureza. Estos son sólo dos de los métodos comunes:
Amalgamación (obsoleta y tóxica): mezcla oro con mercurio; luego se evapora el mercurio.
Fusión y refinación por fuego: calienta el oro con bórax y otros fundentes para separar impurezas.
Generalmente, se emplea fuego o se introducen otros elementos que sirven de catalizadores para separar la impureza.
Nuestros pensamientos no pueden meterse al fuego, pero podemos emplear otros elementos para que quiten la impureza.
¿Qué método vamos a usar para tener pensamientos puros?
Como dicen en términos de computación GIGO (Garbage In, Garbage Out), este acrónimo en inglés significa «basura entra, basura sale». Si metemos información incorrecta en la computadora, eso saldrá. Si queremos pureza de pensamientos necesitamos meter eso en nuestro disco duro.
Si meditamos en las acciones de los personajes bíblicos que antes vimos, nos daremos cuenta de que las decisiones que tomaron no fueron resultado del momento, sino que eran fruto de fuertes convicciones anteriores.
Así que lo que debemos hacer es:
Fortalecernos con la lectura constante de la Biblia.
Dios nos quiere enseñar cómo ser. Su Palabra tiene todo lo que necesitamos para guiarnos en esta nueva vida. A Él nada se le escapa, conoce nuestras debilidades y pecados. Usará la Escritura para hablarnos y limpiarnos de lo que aún necesita cambio en nosotros.
No sólo leer la Biblia, sino meditar en ella.
En un pódcast escuché a una mujer, quien dijo que cada día memorizaba versículos de la Biblia. Los repetía en voz alta, de manera que su pequeñita de dos años, un día sin más repitió lo que su mamá decía todo el tiempo. Dejemos que la Palabra nos inunde.
Aplicar cada principio a nuestra vivencia diaria.
La Palabra de Dios no es estática, en cuanto la aplicamos a nuestra vida se vuelve carne. Como el perdón, del que habla Jesús en el Padre nuestro. No es algo teórico, sino muy práctico. Siempre hay alguien a quien tenemos que perdonar. Así que no nos resistamos a lo que la Biblia nos dice y pongámoslo en práctica.
Y en cuanto el Señor nos llame la atención sobre algo, de inmediato obedezcamos.
Dios quiere que seamos santos, como Él lo es y tendrá que meternos en fuego para quitar lo que no está bien. Tal vez duela aceptar que hemos ofendido a nuestro Padre, pero aceptar su reprensión y hacer lo que nos pida siempre nos traerá libertad.
Tener relación con otros que viven lo que la Escritura enseña.
Como dice la Biblia: «¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?» (Amós 3:3). Es conveniente valorar lo que nuestros amigos creen y cómo viven. Si no quieren vivir como Dios manda, lo mejor es no andar con ellos, para evitar que nos influyan con sus ideas. Como dice Jeremías 15:19: «Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos».
Apartarnos del mundo y sus engaños.
Como dice 1 Pedro 1:14,15: «Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir».
Dios quiere que pensemos en lo que nos beneficia. Sabe que si pensamos de manera impura eso nos va a afectar, porque como dice en Proverbios 23:7: «Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él». Si metemos pureza a nuestra mente, de allí tomará para los pensamientos que tendremos.
Busquemos lo bueno sin doble intención. Vivamos la castidad que es una expresión de dominio propio y reverencia. Seamos personas sin corrupción. Actuemos con rectitud, incluso cuando nadie nos observa. Tengamos pensamientos puros, aunque nadie los escuche.
En esto piensen