Todo lo honorable
En esto piensen
Por Paola del Castillo Avendaño
«¡Deshonor! ¡Deshonor sobre toda tu familia! ¡Deshonrada tú! ¡Deshonrada tu vaca!». Este regaño de Mushu, un dragón pequeñito en la película Mulán (de Disney), es lo primero que viene a mi mente cuando pienso en la palabra «honorable».
Además de ser una escena muy graciosa en la película, este ejemplo me puso a pensar en que es muy fácil encontrar cosas que no son dignas de honra, pero pocas veces pensamos en algo o alguien que sea de verdad honorable.
En la Biblia, encontramos esta palabra en Filipenses 4:8b. El apóstol Pablo nos aconseja una actitud que presta atención al bien dondequiera que se practique. Una actitud positiva:
«…Concéntrense en todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo bello y todo lo admirable. Piensen en cosas excelentes y dignas de alabanza» (NTV, énfasis añadido).
El Comentario Bíblico Mundo Hispano, dice acerca este pasaje: «Es una invitación a llenar la mente y el corazón con toda manifestación de virtud… Procurar llenar la vida de lo positivo, minimizando lo negativo… Alcanzar una actitud así es una de las señales de madurez y plenitud espiritual y humana».
En medio de estas cualidades positivas en las que debemos pensar y con las que debemos actuar, está el ser honorables. En otras versiones se traduce como: «lo honesto» (RV1960), «lo respetable» (NVI), «lo que merece respeto» (TLA), «lo que es digno de respeto» (DHH), «todo lo digno» (LBLA) y «noble» (PDT).
Implica pensar y hacer todo lo que es digno de ser honrado o acatado. Se refiere a personas y acciones honestas, justas, y dignas del respeto y la consideración de los demás. Gente que cree en la verdad, en la justicia y en hacer lo correcto, con integridad, rectitud y dignidad, y que se esfuerza por vivir conforme a esos altos y sólidos principios morales.
Para lograr este estándar alto, es muy importante recordar que lo que dejamos entrar a nuestra mente determina lo que expresamos con las palabras y acciones. ¿Qué tipo de contenido elegimos ver en las redes sociales, en las películas, en los libros que leemos? ¿Hacia qué nos motivan y nos llevan? ¿A quién le hacemos caso cuando necesitamos un consejo?
Lo que elegimos en las cosas pequeñas del día a día, es lo que nos lleva a una vida honorable. Estas acciones también influyen en las decisiones grandes, importantes y de relevancia para el resto de nuestro tiempo en esta tierra. Esto nos definirá como personas respetables.
Existen muchos ejemplos tristes sobre elegir el «deshonor sobre toda tu familia, deshonor para ti y para tu vaca». No hay nada demasiado pequeño que no quede grabado en nuestra vida para siempre, en nuestro historial, en la mente de los que se enteran, y sobre todo de Dios que todo lo conoce.
En la familia de mi esposo, con muchas risas, recordamos una ocasión en la que un familiar llegó de visita a la casa de mi suegra. La distrajo para que fuera a otra habitación y cuando volvió, con mucha sorpresa descubrió que esta persona había agarrado un fajo grande de servilletas de la cocina, y las estaba metiendo en su mochila.
Mi suegra se quedó extrañada porque esta persona no tenía problemas de dinero ni nada por el estilo. Solo sucumbió a sus pensamientos intrusivos y de manera impulsiva, sin pedir permiso, sin avisar, se robó las servilletas.
Creo que no hay un día en que nos reunamos como familia y no hagamos bromas acerca de que hay que esconderle las servilletas a esa persona, si llega a venir. Se ganó esa reputación por un impulso, un solo día. Su nombre para siempre quedó tallado y unido al incidente de las servilletas.
¡Qué fuerte!
Pero también existen ejemplos lindos sobre los frutos de elegir el «honor sobre toda tu familia, honor sobre ti y honor para tu vaca».
Uno de ellos es una persona que conozco y admiro mucho. Es un cristiano, padre de familia (y ahora abuelito), que todos los jueves dirige un estudio bíblico en su casa desde hace años. Ahora ya está jubilado, pero nunca olvidaré algo que me contó su esposa sobre la época en la que trabajaba.
En su trabajo era alguien tan puntual, honesto, íntegro y respetable, que su jefe (en una Institución gubernamental) ya no leía los documentos que él le entregaba para firmar. Confiaba tanto porque sabía que jamás le daría algo que no estuviera bien revisado o que tuviera alguna mancha de corrupción o errores en los cálculos. Este testimonio lo daba un compañero de trabajo.
¡Qué admirable! Todos quisiéramos trabajar con gente así. Yo quisiera ser una empleada así, de forma consistente y constante.
Este hermano en la fe no solo era así en su trabajo, sino que en la iglesia, con su familia, delante de todos y tras la puerta; siempre ha demostrado ser congruente con ese estilo de vida honorable, digno de respeto.
Concentrarnos en lo honorable, honesto, digno de respeto y noble no siempre tiene un fruto inmediato y positivo a los ojos de este mundo.
Agunas personas han perdido su trabajo por no ceder ante algún soborno. Otros han perdido oportunidades de un ascenso por no irse de fiesta con los jefes. Muchos han sufrido burlas por no dar «mordida» al policía de tránsito; por ser los «tontos» al pagar impuestos, por no rebasar los límites de velocidad en la calle o por no hacer trampa en los exámenes.
A veces sí se paga un precio alto por buscar agradar a nuestro Padre Celestial en cada área de nuestra vida. Aún así, vale la pena seguir siendo honorables.
Estos pasajes nos invitan a ser intencionales:
«Nunca devuelvan a nadie mal por mal. Compórtense de tal manera que todo el mundo vea que ustedes son personas honradas» (Romanos 12:17, NTV, énfasis añadido).
«Tenemos cuidado de ser honorables ante el Señor, pero también queremos que todos los demás vean que somos honorables» (2 Corintios 8:21, NTV, énfasis añadido).
«Procuren llevar una vida ejemplar entre sus vecinos no creyentes. Así, por más que ellos los acusen de actuar mal, verán que ustedes tienen una conducta honorable y le darán honra a Dios cuando él juzgue al mundo» (1 Pedro 2:12, NTV, énfasis añadido).
Todos los días tenemos oportunidades pequeñas y grandes para actuar bien, para ir construyendo una vida de respeto, honradez y rectitud.
¡Seamos honorables!
En esto piensen