¿Son buenos todos los cambios?
¿Qué pensamos de esta pregunta?
Por Sinaí Ramírez
Seguramente alguna vez has escuchado la frase: «todos los cambios son buenos». Sin embargo, ¿qué tan convencidos estamos ante este razonamiento? ¿Por qué la gente suele decirlo tanto? ¿Será para tratar de aligerar la carga de las dificultades de un nuevo suceso? ¿Será que es la frase favorita de la gente más optimista? ¿La usan los que tratan de ver el lado positivo ante los escenarios que ciertamente son inciertos para otros?
Cualquiera que sea la razón, déjame revelarte que hay algo de verdad ante este argumento, y es la bondad en medio de estos sucesos.
Los cambios son irresistibles; ocurren de manera constante e inevitable, pero eso no quiere decir que sean algo malo. Muchas veces lo impredecible nos asusta. Sin embargo, es entonces cuando razonamos con más detalle respecto de los eventos a nuestro alrededor.
Además, comienzan desde el día uno de nuestra existencia y se quedan de manera permanente. Podríamos decir que los cambios son parte de un proceso en el que la gracia de Dios se revela ante nosotros poco a poco. Estos nos dirigen, nos enseñan, nos hacen madurar y conocer a Dios de diferentes maneras.
Nos hacemos sensibles ante la fragilidad de nuestra humanidad. Logramos ver que nada depende de nosotros por más que planeemos todo de manera estratégica o estructurada.
Y si «no» somos nosotros los completos dueños de nuestra vida, ¿quién controla y decide qué caminos enfrentar?
Déjame contestar la pregunta: «Todo lo que Jehová quiere, lo hace» (Salmos 135:6).
No existe nada ni nadie que pueda frustrar la mano de Dios para hacer su voluntad en nuestras vidas, de manera que los cambios son parte de su obra soberana.
De hecho, podríamos decir que todos los días nos sometemos a algo nuevo. Aun sin darnos cuenta aprendemos cosas, crecemos en conocimiento y desarrollamos hábitos. Todo esto nos hace diferentes a la persona que éramos el día anterior.
¿Cómo enfrentaríamos las interrupciones de la vida, si viéramos los cambios como un regalo de gracia del Padre hacia sus hijos amados? Son los cambios, o eso que no esperábamos, los medios para ver la transformación de nuestras vidas. Para asemejarnos más a lo que Dios planeó para nosotros desde el principio.
Sin lugar a dudas, nos quitan de nuestra comodidad, nos mueven de nuestro lugar seguro, nos retan. No obstante, nos colocan en el lugar donde, a veces, sólo tenemos una opción: la oportunidad de depender totalmente de nuestro Padre.
Esta dependencia abre paso a la vitalidad necesaria para enfrentarnos a cada nueva etapa. Dios, en su Palabra, nos habla continuamente del cambio. Menciona cómo nuestras viejas vestiduras son intercambiadas por ropa nueva. Cómo se transforma nuestra manera de pensar y ya no nos conformamos con las costumbres bajo las que crecimos. Nos invita a cambiar nuestra forma de hablar con los demás, y a ser cada vez más diferentes del mundo. De manera que seamos más semejantes a Cristo.
Una característica de los héroes de la Biblia es la dependencia que tuvieron de Dios, ante sus momentos de incertidumbre en medio del cambio. Ellos confiaban y no dejaban que su miedo los dirigiera, sino que tomaban cada oportunidad para comprender qué les estaba diciendo Dios en ese momento.
Job es un ejemplo. Su vida se enfrentó a cambios extremos y desenfrenados en un lapso muy corto de tiempo. Su familia le fue arrebatada, sus bienes también, hasta su propia salud. Se quedó aparentemente solo. Sin embargo, con todo eso, decidió confiar y depender de Dios. El Señor no le explicó el por qué de todos sus problemas, pero a pesar de los cambios, su confianza en Él era más grande que sus dudas.
Y en el camino, conoció a Dios de manera personal, íntima e inigualable. Hasta el día de hoy, su ejemplo para nosotros es mantener la firmeza de Job en medio de lo que no entendemos.
Así que, Dios no nos llama a una vida de confort, en la que su nombre se menciona sólo los domingos en la congregación, cuando cantamos un par de himnos. Él quiere transformarnos cada día a través de los cambios. Así que, recordemos, «todos los cambios son buenos», pues todos nos obligan a depender más de Él.
¿Qué pensamos de esta pregunta?