Seguir a Dios vs seguir al corazón

Cuando en la búsqueda de la felicidad se halla la infelicidad

Sara Trejo de Hernández

Me he preguntado cómo resuelve una mujer soltera la encrucijada de casarse con un hombre inconverso o dejarlo para obedecer a Dios. Conozco muchos casos de mujeres que decidieron seguir a su corazón y después de un largo y triste peregrinaje por fin reconocieron que ese camino no fue lo mejor para su vida.  

Algunas jovencitas me han dicho que están orando para que Dios les muestre su voluntad respecto a casarse con un joven que no es cristiano. Les explico que la voluntad de Dios está en la Biblia cuando enseña: «No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?» (2 Corintios 6:14).  

Algunos argumentos que me ofrecen son:  «Pero, ¿si no hay un cristiano para mí?» «No es posible que siendo Dios tan bueno no quiera que me case con mi novio que ha sido tan lindo conmigo y mi familia».

Aunque yo les repita que la voluntad del Señor es más excelente que la nuestra, no escuchan.

En una ocasión una mujer cristiana me relató: «Cuando mi esposo y yo éramos novios, Dios me dijo que no me casara con él porque no era cristiano. Creí que mi amor podría cambiarlo. No tomé en cuenta las indicaciones de mi Señor y ahora después de doce años de estar juntos y todo el dolor, frustración y vergüenza, reconozco que no quise obedecer. Yo sola me acarreé lo que ha sucedido».  

Es contradictorio que en la búsqueda de la felicidad se halle la infelicidad, por no obedecer al Señor. Y a pesar de miles de historias de mujeres que han experimentado tristes consecuencias al decidir casarse con un inconverso, es penoso que siga habiendo jóvenes y no tan jóvenes que toman esa ruta.

Por otro lado, también he conocido a algunas que deciden seguir los consejos de la Biblia. Una chica que se convirtió después de que ya tenía una relación de noviazgo, estuvo esperando que su novio aceptara a Jesús. Al pasar el tiempo y no ver resultado, oró al Señor: «Señor, si mi novio no te acepta, me va a doler mucho, pero voy a concluir la relación con él». En esos días el joven decidió aceptar a Jesús y después de unos años se casaron.

Por supuesto, no siempre resulta así, pero la Biblia es muy clara al asegurar que el que obedece al Señor será bendecido, como en el relato del hombre que levantó su casa sobre la roca y el que la puso sobre la arena. El primero obedeció y su casa permaneció, pero el segundo la perdió al llegar la lluvia.

Siempre obedecer al Señor nos llevará a una vida plena.


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