¿Eres lo que tienes?

Foto por Abigail Eager

Indaga, medita y resuelve

Por Tere Guerrero

Quizá no te interesan mucho los sistemas económicos, pero son importantes para entender cosas de fondo. Muchos países en América Latina son capitalistas, y este sistema promueve la idea subliminal de que tener más es lo mismo que ser mejor y tener éxito. 

Como dice la propaganda de L’Oreal: «Lo vales». O como predica Bershka: «Lo quieres, lo tienes». O como nos recuerda Sabritas: «A que no puedes comer solo una». O como nos invita Mastercard: «Para todo lo demás, existe Mastercard», y Movistar: «Piensa en grande». Y finalizamos con Office Depot: «Justo lo que necesitabas». 

Mirando hacia atrás, muchas veces traté de definir quién era yo con valuaciones vanas. Pero hoy día me doy cuenta de que desperdicié muchos años sufriendo por lo que había de llegar a ser, por las cosas que anhelaba tener, y por lo que no sucedía.

Por ejemplo, desde niña he tenido problemas con mi peso, y prácticamente toda mi vida he estado consciente de cuidarme haciendo dietas, y después de muchos años de autoflagelación por no aceptar mi cuerpo —gracias a los estereotipos impuestos— me tomó mucho tiempo descansar en que no «soy» el cuerpo que quiero tener, sino que «soy el cuerpo por el que me esfuerzo para tener».  

Te lo voy a explicar: quizás nunca alcance el peso adecuado, pero mi satisfacción ahora está en mi esfuerzo, en esa diligencia por alimentarme bien y hacer ejercicio. Por fin entendí que el resultado no me define, ya que el resultado es algo que no puedo controlar. 

Lo que me da satisfacción y autoestima es: el proceso.  Así que decidí verme a mí misma de la siguiente manera: Hoy me siento bella, hoy me siento joven, hoy me siento sana, hoy soy la mejor versión de mí misma. No puedo esperar al futuro porque es incierto; no puedo añorar el pasado, porque ya no se va a repetir y no va a volver; así que hoy debo estar satisfecha y feliz con mi cuerpo.  

Si Dios me permite mañana otro día de vida, repetiré el bello proceso de autocuidado y amor por el templo del Espíritu Santo que Dios me prestó para habitar en esta tierra.  

Quizá tus luchas no son con tu aspecto físico, pero quizá tu valor viene porque «tienes o no tienes» dinero, «tienes o no tienes» buenas calificaciones, «tienes o no tienes» novio, «tienes o no tienes» amigos, «tienes o no tienes» buena ropa. 

Pero si mi cuerpo físico no me define, ni mis posesiones, títulos, economía, abolengo, familia o habilidades ¿entonces qué? ¿qué me da verdaderamente el valor de quién soy?

Lee pausadamente este pasaje en el que he resaltado algunas palabras. Está en Efesios 1:3-12 NTV.

«Toda la alabanza sea para Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales en los lugares celestiales, porque estamos unidos a Cristo. Incluso antes de haber hecho el mundo, Dios nos amó y nos eligió en Cristo para que seamos santos e intachables a sus ojos. 

Dios decidió de antemano adoptarnos como miembros de su familia al acercarnos a sí mismo por medio de Jesucristo. Eso es precisamente lo que él quería hacer, y le dio gran gusto hacerlo

De manera que alabamos a Dios por la abundante gracia que derramó sobre nosotros, los que pertenecemos a su Hijo amado. Dios es tan rico en gracia y bondad que compró nuestra libertad con la sangre de su Hijo y perdonó nuestros pecados. Él desbordó su bondad sobre nosotros junto con toda la sabiduría y el entendimiento».

Si tuviéramos que resumirlo en eslóganes, como los que usan los comerciales que leímos antes, Pablo nos diría: «Bendecida con toda bendición». «Unida y amada por Cristo». «Hija de Dios, llena de gracia». «Elegida, perdonada y libre». «Vaso receptor de su bondad, sabiduría y entendimiento». «Soy parte importante para que las cosas resulten de acuerdo con su plan».

Esto es quién eres, lo que te define, a donde perteneces. Si deseas estudiar y superarte académicamente, está bien. Si decides mejorar tu salud cambiando tu alimentación, durmiendo más, haciendo ejercicio, está bien. Si decides buscar otro trabajo mejor remunerado, está bien. Si te involucras en algún ministerio dentro de la iglesia, está bien. Si te quieres poner pestañas postizas para verte más bella, está bien. Si tienes dinero en tu cuenta bancaria, está bien. Si tienes posesiones materiales, está bien.

Pero nada de lo anterior te define y dicta quién eres, por lo menos, no para Dios. 

Dios mismo es quien te dio tu valor como hija amada y heredera con Cristo Jesús. ¡Esa sí eres tú!


Tal vez también te interese leer:

Siguiente
Siguiente

¿Eres lo que sientes?