Los miedos de Lutero

Foto por Norma Lilia Garrido Sánchez

Conoce estos cinco temores

Por Keila Ochoa Harris

Las personas más valientes no son las que no sienten miedo, sino las que lo enfrentan. Todos sentimos miedo pues es el mecanismo de defensa que Dios nos ha dado para huir de los peligros. ¡Y hay tantos peligros alrededor! Así lo comprueba la vida del hombre que escribió un himno de batalla. Martín Lutero experimentó muchos tipos de temores, pero de algún modo, todos lo empujaron a acercarse a Dios. 

Miedo a las tormentas

Lutero nació en Eisleben, Alemania, bajo la estricta vigilancia y control de un padre que quiso que fuera abogado. Tanto su padre como su madre lo disciplinaron físicamente con dureza y vivieron bajo las supersticiones de la época, las que obviamente le heredaron a Lutero. Cuando el padre de Lutero lo envió desde temprano a estudiar, el joven resultó tan inteligente que a los 19 años ya había terminado sus primeros estudios universitarios. 

Tenía grandes dotes para debatir y su padre acariciaba los sueños de éxito para su familia, una vez que su hijo fuera un brillante abogado. Sin embargo, durante una severa tormenta, cuando un rayo cayó a unos pasos de Lutero, él prometió volverse un monje y renunció a todo. Su miedo a morir le hizo tomar una decisión, quizá impetuosa al principio, pero que marcaría su destino. 

¿Has tenido miedo de los desastres naturales? ¿Has clamado a Dios y prometido algo, durante una noche de tormenta, una nevada, un temblor o un huracán? No cabe duda de que cuando vemos la magnitud de la naturaleza reconocemos, como Lutero, que Alguien superior la domina. Así que, como Lutro escribió al principio de su famoso himno: «Castillo fuerte es nuestro Dios. Defensa y buen escudo; con su poder nos librará en todo trance agudo».

Miedo a la ira de Dios

La vida monástica no terminó con los temores en Lutero, sino todo lo contrario. Vivía constantemente temeroso del castigo eterno por sus pecados. Odiaba el término «Justitia Dei», quizá porque pensaba en el padre terrenal que solía castigarlo y reprenderlo, y a quien nunca logró agradar. Tal vez pensó que Dios era igual, y las prácticas religiosas de entonces sólo cimentaron su razonamiento: resultaba imposible ser perfecto. 

«Sin importar qué tan irreprensible viviera como monje», escribió, «me sentía un pecador ante la presencia de Dios». Entonces, leyendo el libro de Romanos comprendió la frase que dice que somos justificados por la fe. Comprendió que Jesús es la justicia que nosotros no somos ni tenemos, pero que recibimos por fe. Desde ese momento, su vida se alteró para siempre. Saber que la gracia y el perdón son regalos que recibimos por abrazar a Cristo, lo hizo una nueva criatura. 

¿Has experimentado el temor de un futuro incierto después de la muerte? ¿Ves a Dios como un padre autoritario al que nunca complacerás? Observa las Escrituras y recuerda que Jesús vino a tomar tu lugar para que puedas tener acceso a Dios. Porque, como enfatiza en su himno: «Es nuestro Rey Jesús, el que venció en la cruz, Señor y Salvador, y siendo Él solo Dios, Él triunfa en la batalla».

Miedo a equivocarse

La fe de Lutero tuvo un vuelco aquel día que comprendió que la justificación es por fe. Una serie de acontecimientos se desencadenaron en su vida y algunos incluso salieron de su control. Publicó sus 95 tesis, expuso la falsedad de lo predicado por el dominico Tetzel y terminó debatiendo frente a los poderosos de la época. A pesar de eso, en los momentos de más persecución y dureza, se preguntó si estaba en lo correcto. 

Seguramente más de un amigo cercano trató de convencerlo de que no agitara más las aguas. Su mente probablemente le susurró que no podía ir en contra de tantos siglos de prácticas religiosas y pretender que sabía más que los sabios de la época. A Lutero no se le permitió, sin embargo, seguir en la iglesia católica a menos que se retractara de sus críticas y opiniones. Entonces, a pesar del miedo, Lutero decidió no doblegarse y salir de la iglesia. 

¿Has tenido que enfrentar a los «más» debido a tus creencias? ¿Eres la única que todavía no tiene novio, o no ha tenido relaciones sexuales fuera del matrimonio, o no piensa que el aborto sea la solución a un embarazo no deseado? Lutero podía ver la realidad de su propia vida: el miedo antes de conocer a Dios y la paz que provenía de la justificación. Así que dio un paso de fe. Esto quedó expresado con claridad en otra estrofa de su himno: «Nuestro valor no es nada aquí, con él todo es perdido; mas con nosotros luchará de Dios, el escogido». 

Miedo a la enfermedad

Lutero sufrió de un cuerpo débil toda su vida. Hoy podemos decir que sufrió de depresión y de diversas enfermedades, algunas que acentuaban su situación emocional. En esos días oscuros, aunque ya era un predicador famoso que anunciaba la gracia y el amor de Dios, Lutero se sintió abandonado por Dios. Las oraciones de sus amigos realmente fueron las que lo levantaron. 

Y existía una amenaza más, real y temible en esos tiempos, la plaga. Lutero no fue de los que huyó para no enfermar, sino que ayudaba a los enfermos. Fue, durante una de esas épocas complicadas de salud, en las que Lutero escribió uno de sus himnos más famosos, cuyas líneas hemos estado citando a lo largo de este artículo. 

¿Has temblado ante una posible enfermedad? ¿Cómo viviste la pandemia del 2020? ¿Qué sientes cuando debes ir al doctor? Incluso entonces Dios está ahí, al control y prodigando el amor que tanto anhelamos. Como dice el himno: «Nos pueden despojar de bienes, nombre, hogar, el cuerpo destruir, mas siempre ha de existir de Dios el reino eterno».

Miedo a Satanás

Lutero vivió con miedos, pero sabía a quién recurrir. Su himno Castillo Fuerte nos recuerda que existe una lucha cósmica contra el enemigo de Dios. Nos dice que Satanás usa armas con astucia y gran poder; no hay nadie como él en la tierra. 

Aun así, Satanás y su furor, nos insiste Lutero, no nos pueden derrotar pues ha sido condenado por la Palabra Santa. Y aunque estén demonios mil prontos a devorarnos, no debemos temer. ¿A qué se refería Lutero? A que todo temor se puede vencer con la Palabra de Dios pues ahí están las promesas de Dios, el carácter de Dios, el poder de Dios, el amor de Dios. 

¿Has temido las fuerzas oscuras? ¿Has sentido las mentiras del enemigo tratando de vencerte a través de tus pensamientos y emociones? Aférrate a la Palabra de Dios, con la certeza que  Lutero nos comparte en este himno: «Esa palabra del Señor, que el mundo no apetece, por el Espíritu de Dios muy firme permanece». 

Si nunca has escuchado el himno de Lutero, te lo compartimos, escúchalo:

Castillo fuerte


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