¿Cómo motivarte para alcanzar tus sueños?

Foto por Erick Torres

Te damos cuatro consejos prácticos

Por Cintia Peralta Martin

Seguramente acariciaste varios sueños en tu niñez. ¿Cantar en un grupo? ¿Crear algo? ¿Triunfar en algún deporte? Sin embargo, ¿qué sucede cuando la desidia o la falta de motivación se apoderan de la vida? Por definición, la desidia es la «negligencia o falta de cuidado». También se relaciona con palabras como «vagancia», «holgazanería» y «apatía». Esta actitud puede frenar y estancar tu desarrollo personal.

Mientras transcurría mi adolescencia, sentí falta de motivación en reiteradas ocasiones. Me dejé llevar por comentarios de personas cercanas que no estaban en sintonía con lo que Dios deseaba para mí. En vez de escuchar la voz de Dios, orar y mantenerme enfocada en su propósito para mi vida.  

Eso me llenó de tristeza y confusión. Sin embargo, con el tiempo aprendí a identificar los pensamientos positivos de los negativos. También supe discernir en qué momento buscar el consejo de personas sabias. Aquellas que realmente tuvieran una palabra de bendición para mí. Aprendí entonces algo de la reina Ester.

El libro de Ester comienza con la historia de la reina Vasti y su negativa a cumplir un deseo del rey Asuero. A raíz de esa situación, Asuero toma la decisión de desterrar a Vasti y buscar una nueva reina. Ester, una joven judía, era una de las candidatas para formar parte del harem real. Sin embargo, debía tener un tiempo de preparación mientras aguardaba el llamado del rey.

Ester era huérfana y Mardoqueo, su primo hermano, se hizo cargo de su crianza. Gracias a Mardoqueo se frustró un complot para asesinar al rey.

Avanza el tiempo, Ester se prepara para el encuentro con el rey. Finalmente es elegida para ser la Reina sucesora de Vasti. 

Hasta allí se podría pensar que su vida era medianamente tranquila. Aunque triste por haber perdido a sus padres. Sin embargo, Amán, quien era la mano derecha del rey, odiaba a Mardoqueo y a todo el pueblo judío. Por este odio dictó un edicto en el que se buscaba exterminar a los judíos. Mardoqueo se enteró del plan y habló con Ester para ponerla sobre aviso. Le pidió que intercediera por su pueblo ante el rey. 

La situación de Ester era compleja. Presentarse ante el rey sin haber sido llamada podía significar una muerte segura. Mardoqueo la ayuda a razonar y a pensar, no solo en su propia vida sino en la vida de todos los judíos. Es en ese momento que ella toma valor y envía el siguiente mensaje a Mardoqueo:

«Ve y reúne a todos los judíos que están en Susa y hagan ayuno por mí. No coman ni beban durante tres días, ni de noche ni de día; mis doncellas y yo haremos lo mismo. Entonces, aunque es contra la ley, entraré a ver al rey. Si tengo que morir, moriré». Ester 4:16

Ester quizás pudo sentir falta de motivación a medida que pasaba el tiempo y ella no era elegida como reina sucesora. Sin embargo, siguió preparándose y esperando su momento, sin rendirse. Cuando sucedió el complot contra los judíos, fue la ocasión para la cual Dios la había colocado en ese lugar. Quizás en ese momento pudo sentirse deprimida y sin ganas. Pero se aferró a la oración. Pidió que su pueblo se mantuviera orando y en ayuno durante esa temporada especial. 

¿Te encuentras ante decisiones difíciles qué tomar? ¿Tienes sueños y metas pero no sabes por dónde comenzar a realizarlas? Permíteme compartir contigo una serie de consejos que han sido útiles para mí a lo largo de los años. Estos me han ayudado a discernir la dirección que Dios quiere que tome.

En primer lugar, ora.

Dedica tiempo a la oración de manera intencional y periódica. Quizás te ayude anotar tus motivos en una libreta. Así estarás atenta para cuando Dios responda tu petición. Él es tu Padre, te ama, quiere lo mejor para ti. Desea manifestarse en tu vida de manera sobrenatural y también en los pequeños detalles.

Cuéntale a Dios hasta lo más mínimo, y verás que de a poco, todo se irá ordenando en tu cabeza. En 1 de Juan 5:14 dice: «Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye». Dios te escucha y está interesado en tu vida.

En segundo lugar, planifica.

Si deseas lograr ciertas metas en tu vida, lo ideal es que dediques tiempo a la organización de tus ideas. Organízalas de acuerdo a si son metas de corto, mediano o largo plazo. Más allá del tiempo que te lleve lograr cada una de ellas, lo importante es avanzar paso a paso. Como dice el dicho «sin prisa pero sin pausa». En Proverbios 19:21 dice: «Muchos pensamientos hay en el corazón del hombre; Más el consejo de Jehová permanecerá». Dios abre puertas que nadie puede cerrar y te dará oportunidades para que puedas honrarle con tu vida.

En tercer lugar, prepárate.

Una vez que tienes claro qué deseas lograr, es momento de capacitarte y estar lista. Cuando se trata de lograr los sueños, no es válido avanzar al azar o de manera improvisada. La Biblia dice en Lucas 14:28-30: «Sin embargo, no comiences sin calcular el costo. Pues, ¿quién comenzaría a construir un edificio sin primero calcular el costo para ver si hay suficiente dinero para terminarlo? De no ser así, tal vez termines solamente los cimientos antes de quedarte sin dinero, y entonces todos se reirán de ti. Dirán: “¡Ahí está el que comenzó un edificio y no pudo terminarlo!”».

El desarrollo personal: capacitarse, estudiar y aprender, es fundamental. Cuando Dios te encomienda una tarea, te brinda las oportunidades de formación. De esta forma su luz brillará en medio de un mundo que viaja a la deriva.

En cuarto y último lugar, actúa.

Una vez que dedicaste tiempo a la oración, a planificar y prepararte, es tiempo de dar paso a la acción. No te quedes en palabras, ve en busca de tus sueños. Proverbios 16:3 dice: «Pon todo lo que hagas en manos del Señor, y tus planes tendrán éxito». Dios está interesado en tu éxito, acompaña tu proceso y te alienta en cada paso. 

Tus sueños, metas y planes pueden hacerse realidad. Solo necesitas creer en Dios, confiarle tus anhelos y esforzarte para cumplirlos. Así podrás avanzar con la certeza de estar siguiendo su voluntad. 


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