Día de Navidad

Foto por Erick Torres

Una historia de redención

Por Sofía Luján

Convicto a muerte. Le quedan unas horas de vida. Morirá en la silla eléctrica el 25 de diciembre por la mañana. Pero ha cometido terribles crímenes: asesinato, violación, robo. Ningún jurado lo perdonará; ni en sueños.

Recibe unas visitas. Un coro llega para cantarle unos villancicos y alegrar sus últimas horas. «Si no me traen una orden de perdón, no me interesa», les dice.

Llega alguien más. Una familia caritativa con una cena navideña: pavo, ponche, bacalao. «Si no son noticias del gobernador, no me interesa. ¡Ni hambre tengo!».

Se aparece un grupo de jóvenes con regalos envueltos finamente. Le susurran que traen buenas cosas, no de segunda mano, pero ni un celular nuevo ni una computadora potente mejoran su humor. No le interesa.

A unas horas de su muerte, un hombre se sienta a su lado. «¿Y tú que me traes?».

«Nada», contesta.

«Entonces ¿qué haces aquí?», le pregunta el convicto. 

«Vengo a tomar tu lugar. Yo me sentaré en la silla». 

El convicto no se marcha de inmediato, pues primero quiere escuchar. Eso sí le interesa.


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