Una Navidad diferente

Foto por Betty Guerra Perdomo

Foto por Betty Guerra Perdomo

¿Existe una razón para celebrar?

Por Keila Ochoa Harris

Esta será una Navidad diferente: ¿Podremos reunirnos con todos? ¿Llegará la vacuna? ¿Volveremos a la «normalidad»? Quizá en tu familia habrá una silla vacía por alguien que ha fallecido durante la pandemia, o alguien estará enfermo, o habrá menos dinero en casa.  

¿Existe una razón para celebrar?  

Más de dos mil años atrás tampoco había muchas razones para festejar. Una pareja de recién casados se trasladaba a otra ciudad para ser parte de un censo ordenado por un gobierno opresor que no solo regía desde la distancia, sino que amenazaba con acabar con su cultura. 

Para colmo, no encontraron hospedaje así que se conformaron con lo que había disponible. En medio de la incertidumbre, la joven esposa dio a luz. Pero ambos sabían que este niño era diferente pues era «Dios con nosotros».  

¿Qué significaba eso? Que Dios se había hecho carne. Jesús había visitado a la humanidad, no solo para identificarse con ella, sino para crecer, morir, resucitar y salvarnos.  

¿Salvarnos del covid-19? Salvarnos de algo peor: el pecado. El pecado que ha hecho de nuestro país un lugar de caos y violencia. El pecado que nos lleva a herir a los que amamos y a tomar decisiones incorrectas. Pero cuando Jesús murió, llevó sobre Él nuestro pecado y hoy nos salva si creemos en Él. Jesús dijo: 

«Les digo la verdad, todos los que escuchan mi mensaje y creen en Dios, quien me envió, tienen vida eterna. Nunca serán condenados por sus pecados, pues ya han pasado de la muerte a la vida». (Juan 5:24, NTV) 

La vacuna del coronavirus tal vez mejore la situación financiera y de confinamiento, pero no cambiará nuestras malas actitudes ni arreglará nuestras relaciones rotas. Dios, sin embargo, quiere restablecer su relación con nosotros y darnos lo que nadie más nos puede dar: aceptación, amor, paz, gozo, propósito y mucho más.  

En esta Navidad, no te encierres en el dolor o en el cinismo, en el pesimismo o en la resignación. Hay una razón para celebrar: Dios con nosotros. Al igual que ayer, Jesús es tan real hoy como cuando nació y estuvo en brazos de María. Así que búscalo en las páginas de la Biblia y en el silencio de tu corazón. Habla con Él por medio de la oración. Si conoces personas que le siguen, conversa con ellas, pregunta, dialoga. No te quedes con dudas.  

Jesús también prometió que, si buscamos, lo hallaremos. Él quiere darte una vida nueva. Él quiere que lo encuentres. Ven a Él.  

Una promesa más de Jesús: «Al que a mí viene, no lo rechazo» (Juan 6:37, NVI).


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