Amor que hace bien

Foto por Marian Ramey

Foto por Marian Ramey

La comunión unos con otros puede ser un respiro en medio de la lucha

Por Leticia Romero 

"Creo que le gusto a ese chico. Se preocupa por mí". Escuché de una chava que empezaba a ilusionarse con un amigo cristiano que era atento y amable con ella. En mi caso, me ha pasado al revés; amigos que piensan que estoy enamorada de ellos por dedicarles tiempo. 

He notado que muchas veces, tanto hombres como mujeres solteros, ponen demasiada atención en sus intereses románticos antes que en el amor fraternal o han malinterpretado las intenciones de otros creyentes al acercarse a ellos. 

Dios nos ha llamado a mostrar un amor genuino y profundo entre hermanos. El afecto fraternal es un amor que hace bien, es un regalo muy valioso que podemos disfrutar. Pedro lo expresó de una manera muy clara: “Al obedecer la verdad, ustedes quedaron limpios de sus pecados, por eso ahora tienen que amarse unos a otros como hermanos, con amor sincero. Ámense profundamente de todo corazón (1 Pedro 1:22).

En mi experiencia he aprendido un par de lecciones, pues el amor entre hermanos debe ser profundo y auténtico pero también debe tener límites sanos. Trato de que mis conversaciones con el sexo opuesto no sean tan largas o privadas, de no ser demasiado afectuosa, dejar claras mis intenciones y buscar que Dios siempre esté presente en mis conversaciones. 

No ha sido fácil pues soy extrovertida y me gusta acercarme y hablar con jóvenes que aman y siguen a Jesús, ya sean hombres o mujeres. Me encanta platicar con cada uno de ellos si es posible, pues siempre aprendo cosas nuevas.

Es hermoso que como cristianos podamos disfrutar cosas juntos como: compartir conocimientos y testimonios, escuchar o dar un sabio consejo, entonar canciones con una misma emoción y gratitud al Creador, e incluso comer en la misma mesa. 

Vivimos en un mundo que cada vez nos aflige más, nos rechaza porque no pensamos como ellos. Sin embargo, saber que no soy la única en este mundo que espera en Dios, y que muchísimas personas más buscan día y noche la voluntad del Señor, me da la fuerza para seguir en el camino que lleva a la vida eterna. 

Por eso es importante que tengamos comunión unos con otros, no dejando de ser prudentes. Es como un respiro en medio de la lucha. La biblia dice en el Salmo 133:1 ¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía! ¡Qué preciosa verdad! No dejemos de vivirla. 

Entonces, amémonos con un corazón limpio, tratémonos con respeto, procurando siempre edificar y no destruir. Cultivemos la amistad y seamos intencionales en mantener sanas nuestras relaciones con hombres y mujeres. Confortemos el alma de nuestros hermanos en la fe con un abrazo, palabras de ánimo, tiempo de calidad y ayudándonos unos a otros en cualquier necesidad. Valoremos este amor que Dios en su gracia nos ha regalado.  


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