¿Buena o ingenua?
El Señor Jesús nos aconsejó ser «sencillas como palomas», pero «astutas como serpientes»
Por Graciela Rozas
Julieta es una dulce adolescente cristiana, que con sincero amor trata de ayudar a quienes la rodean. Por sus actividades conoce a un hombre quince años mayor que ella, quien en sus charlas le cuenta sobre sus problemas matrimoniales, sus angustias, su soledad. Ella, piensa que puede serle útil dándole consejos y hablándole de Dios, permite que la amistad avance… hasta que casi sin darse cuenta, se ve envuelta en una relación amorosa de adulterio.
Camila es una adolescente cristiana muy sociable, siempre dispuesta a dar una mano a sus amigas. Su compañera Lucía hace tiempo consume drogas, y ella quiere ayudarla a salir de ese vicio. Lucía le pide que la acompañe a una fiesta que se dará ese sábado, para darle fuerzas en caso de que se sienta tentada. Aunque no acostumbra ir a esos eventos, Camila accede… pero esa noche la policía hace una redada, encuentra que allí se distribuye droga, y ella termina en la comisaría con todos.
Hace más de 3000 años, una bella muchachita llamada Tamar, hija del rey David, recibió un pedido de su medio hermano Amnón, quien decía estar enfermo. Él quería que le cocinara, con la excusa de que sus tortas lo aliviarían. Ella acudió alegremente, dispuesta a auxiliarlo, mas cuando se quedó a solas con él, con violencia la violó y luego la desechó. (Puedes encontrar esta triste historia en 2° Samuel 13).
¿Qué tienen en común todas estas jovencitas? Si fueron movidas por su buena voluntad, ¿por qué terminaron tan mal? Es que la intención de todas ellas era muy buena, pero pensaron que podían afrontar esas situaciones SOLAS. Y no pudieron: fueron engañadas y atrapadas en su propia candidez.
Tal vez Tamar, debido a la cultura de su época, no tuvo otra opción. Pero Julieta, Camila, y tal vez tú si te encuentras ante una situación similar, sí la tienes. El Señor Jesús nos aconsejó ser «sencillas como palomas» (está muy bien que seas dulce y amable como estas aves), pero “astutas como serpientes” (Mateo 10:16). No te dejes engañar, el diablo quiere hacerte caer.
¿Cómo lograr este equilibrio? La Biblia te aconseja en Proverbios: «No te apoyes en tu propia prudencia» (3:5), y «… en la multitud de consejeros está la victoria» (24:6). Una gran clave es no enfrentar las situaciones sola. Busca consejo y ayuda de parte de personas espirituales: padres, maestros, pastores… y por supuesto, hazles caso. No pienses que tú sabes más que ellos. Su experiencia y conocimiento de lo que enseña Dios en Su Palabra, te servirán para tomar las decisiones correctas y evitarte problemas.
Y si ya estás enredada en alguna situación complicada, no te dejes ganar por la vergüenza. No quieras salir sola. Dios te comprende y quiere restaurarte. Acude a Él, pero también cuenta lo que te pasa ¡cuanto antes! así será más fácil solucionarlo. ¡Y qué gran alivio sentirás cuando el Señor te abrace a través de la comprensión y amor de alguien de Su pueblo!
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