Calladita... más bonita

Foto por Diana Garrett

Foto por Diana Garrett

A pesar de lo doloroso que fue, agradezco la lección aprendida

Por Priscilla Lara Valverde

Nos encontrábamos en la playa, en un paseo con un grupo de amigos. Pude asistir, a pesar de mi difícil situación económica, debido a que mi hermana ofreció cubrir mis gastos.

Pasamos un tiempo lindísimo: remando en el mar, disfrutando de la belleza de la naturaleza y teniendo conversaciones amenas alrededor de una buena comida.

Habría sido el viaje perfecto de no ser que, poco tiempo antes de regresar, cometí un error sumamente grave, de esos que dañan las buenas relaciones.

Nos metimos por última vez al mar mi prima y yo, para despedirnos de ese lugar maravilloso. Mi hermana y otra amiga estaban tomándose fotos para publicar en Facebook a unos pocos metros. De repente, hice un comentario al respecto, que se escuchó a pesar de la distancia, y mi hermana me lo hizo saber de inmediato.

Unos minutos antes, había tenido un pensamiento que me alertaba de cuidarme de hacer comentarios, y no lo obedecí.

¡Qué gran error! En un segundo se puede echar por la borda todo lo que has venido construyendo a lo largo de tu vida.

Fuimos a alistarnos para almorzar y cuando llegué al comedor, continué actuando como si nada hubiera pasado. Sin embargo, mi hermana se mostraba seria y esquiva conmigo.

Cuando veníamos en el ferry de regreso a la ciudad, intenté portarme como si nada hubiera pasado. Incluso en una oportunidad, ante un comentario, respondí: Calladita más bonita

Nos encontrábamos en la playa, en un paseo con un grupo de amigos. Pude asistir, a pesar de mi difícil situación económica, debido a que mi hermana ofreció cubrir mis gastos.

Pasamos un tiempo lindísimo: remando en el mar, disfrutando de la belleza de la naturaleza, y teniendo conversaciones amenas alrededor de una copa de vino.

Habría sido el viaje perfecto de no ser que, poco tiempo antes de regresar, cometí un error sumamente grave, de esos que dañan las buenas relaciones.

Nos metimos por última vez al mar mi prima y yo, para despedirnos de ese lugar maravilloso.

Mi hermana y otra amiga estaban tomándose fotos para publicar en Facebook a unos pocos metros. De repente, hice un comentario al respecto, que se escuchó a pesar de la distancia, y mi hermana me lo hizo saber de inmediato.

Unos minutos antes, había tenido un pensamiento que me alertaba de cuidarme de hacer comentarios, y no lo obedecí.

¡Qué gran error! En un segundo se puede echar por la borda todo lo que has venido construyendo a lo largo de tu vida.

Fuimos a alistarnos para almorzar y cuando llegué al comedor, continué actuando como si nada hubiera pasado. Sin embargo, ella se mostraba seria y esquiva conmigo.

Cuando veníamos en el ferry de regreso a la ciudad, intenté portarme como si nada hubiera pasado. Incluso en una oportunidad ante un comentario respondí: –No dije nada malo.

Su respuesta fue: –Pero hiciste un comentario.

Todo el resto del viaje empecé a sentir un profundo remordimiento. Me sentía sumamente avergonzada y triste. No dejaba de pensar: ¿Por qué lo hice?

Esa misma noche me comuniqué con mi hermana. Le expresé cómo me sentía y lo arrepentida que estaba. Le dije que ojalá pudiera perdonarme y que esperaba que eso que había hecho no borrara todo lo demás.

Ella estaba sumamente dolida y además había malinterpretado lo que dije. Finalmente, me dijo que me perdonaba; que ella también cometía errores y necesitaba del perdón y que esto no borraba lo demás.

De no haberse escuchado mi mal comentario, hubiera sido igualmente malo, pero las consecuencias no serían las mismas. A pesar de lo doloroso que fue, agradezco la lección aprendida. Si no se hubiera escuchado, las posibilidades de cometer nuevamente el error serían más altas.

El chisme es algo dañino y las consecuencias que trae son irreversibles. Es como derramar agua y tratar de recogerla toda. ¡No se puede!

¿Cuál es la moraleja de todo esto? No hay que hacer comentarios de otras personas si no están presentes a menos que sea algo que se pueda decir delante de ella. ¡Calladita, más bonita!


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