Tú también puedes ser feliz

Foto por Irais Téllez 

Foto por Irais Téllez 

Es tiempo de que te intereses fuertemente en ti como algo más que un poco de polvo sobre la tierra

Por María Badillo de Vargas

Un hombre viejo expresó: «Si yo fuera joven conquistaría al mundo...» Y lo hizo delante de jóvenes desalentados y sin ánimo. ¿Por qué lo expresó a los muchachos? Porque en ellos está la fuerza, la creatividad, la vitalidad en toda su potencia. ¡Oh juventud tan anhelada, tan deseada!

Los tiempos no han cambiado. Cuántos jóvenes vemos diariamente divagando, caminando inciertos; si los interrogamos no saben definir lo que quieren, lo que aman, lo que persiguen.

Cuántos por sentirse solos, sin valor, sin afecto real, cuando quieren decir sí, dicen no y viceversa; cuando sienten dolor se alegran de sí mismos, y cuando viene la alegría la ensombrecen con su pesimismo; se ridiculizan delante de los demás, se hacen mofa y cuando se ven al espejo se ofenden y regañan porque son unos grandísimos tontos.

¿Por qué negarse al maravilloso derecho de ser felices?

Si tú perteneces a este círculo; si no te atreves a levantar la cara para hablar con tu interlocutor; si te da vergüenza o temor expresar lo que sientes, crees o amas, es tiempo de que te intereses fuertemente en ti como algo más que un poco de polvo sobre la tierra.

¿Te has puesto a pensar por qué otras personas a tu alrededor son felices? ¿Por qué hay gente que a través de la historia ha destacado aun siendo de lo más pobre? Con todo en contra, tenemos ejemplos de grandes artistas, industriales, descubridores, científicos y presidentes que han contribuido a la sociedad en que viven y aun al mundo entero.

A tu nivel actual en la escuela hay jóvenes que ocupan el primer lugar de la clase, o en el trabajo, o en el juego. Siempre hay alguien que participa más, que se destaca por su habilidad, y aunque no ganen, se distingue simplemente por su entusiasmo.

Y haré un comentario especial: hay jóvenes que sobresalen también en la Iglesia, porque buscan a Dios más que otros, porque oran más, porque cantan, porque viven santamente, porque participan fielmente en todo lo que los lleva a Dios.

¿Crees que alguien te formó? ¿Crees que no solo eres creación o producto de tu padre y tu madre? ¿Crees que viniste de una voluntad superior y potente? ¿Crees en Dios?

Suponiendo que tu respuesta es afirmativa, es normal pensar que al proceder de una mente divina, tu Creador desea que no seas derrotado ni mediocre.

Por lógica, si de mí dependiera algo, yo desearía que fuera lo mejor, y más si fuera obra de mis manos, en donde yo hubiera puesto toda mi complacencia.

Cuando Dios hizo al hombre, refiere la Biblia que vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Es decir, que le satisfizo a Dios mismo.

Por otro lado, cuando el hombre cayó en pecado Dios no lo dejó abandonado, aun pensó en un plan maravilloso para rescatarlo, y es que Cristo Jesús vendría para darse en sacrificio por cada uno de nosotros. Murió en la cruz para que tuviéramos derecho a una vida victoriosa en esta tierra, y una vida eterna después de la terrenal.

Tomemos en cuenta que el diablo por su parte hace su obra. Él ha venido para robar, matar, destruir y engañar al hombre que es obra de Dios.

Es necesario entonces que escojas a Aquel que pagó el precio de tu felicidad.

Por otra parte, suponiendo que tu respuesta a Dios sea una negativa, puedo afirmar que existe un sinnúmero de razones para comprobarte que estás equivocado. Hay muchas bendiciones que Dios derrama día a día en tu vida.

No creo que valga la pena perder toda esa gama de bendiciones, si siguiendo a Dios lo tenemos todo. Pero eres libre para escoger.


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