El poder del hábito y cómo usarlo
Se ha comprobado que los seres humanos tenemos cierta cantidad de autodisciplina por día
Por Erika Simone
Los hábitos que estableces como adolescente transforman tu vida. Marcan la pauta que seguirás de manera inconsciente como adulta. En otras palabras, te forman como persona.
Quizás ya te hayan dicho cosas similares, y seguramente podrías nombrar entre ocho y diez hábitos que te han recomendado, desde tomar un vaso de agua con limón al levantarte, hasta leer la Biblia todos los días. Las personas se apasionan por informarte exactamente qué es aquello que ha transformado sus vidas y compartir contigo todas las ventajas que esa actividad te podría brindar. Lo hacen con muy buenas intenciones ¡pero pueden ser demasiado abrumadores! Y de toda la culpa que puedes sentir cuando no haces lo que te recomiendan… pues, ni hablar.
Queda claro que no cada recomendación va a funcionar para tu vida. Los años de adolescencia son la etapa perfecta para probarlas todas y ver cuáles son importantes para ti y cuáles no necesitas.
Pero, ¿cómo empezar a poner en práctica todo lo que te recomiendan?
Esta pregunta es más difícil de lo que parece y lo sabes si has intentado hacer todo lo que te dicen: tomar ocho vasos de agua al día, hacer treinta minutos de ejercicio tres veces a la semana, leer la Biblia a diario, lavarte la cara con esa nueva técnica de belleza coreana y la lista no se acaba. Es prácticamente imposible hacer todo lo que “debes” para llevar una vida “exitosa”. Y peor cuando un viernes por la noche estas batallando con la tarea de álgebra y la tele en la sala te está haciendo ojitos.
Es difícil por nuestra capacidad limitada de autodisciplina.
Se ha comprobado que los seres humanos tenemos cierta cantidad de autodisciplina por día. Esta cantidad varía de persona a persona, pero uno no puede usar más de su cantidad de disciplina al día. Y además, al pasar el día, esta capacidad de autodisciplina se va desgastando. Esto explica por qué podemos elegir un desayuno totalmente saludable y esa misma noche atascarnos de enchiladas. Nos cansamos de hacer lo que debemos.
Pero, ¡sí hay una manera de saltarnos todo este problema de la autodisciplina!
Un hábito lo cambia todo
Cuando convertimos una acción deseable en un hábito, ya no requiere de autodisciplina llevarla a cabo. Es automática, lo hacemos sin pensar, sin preguntarnos si realmente queremos hacerla o no. Esa es la clave. Cuando uno se detiene a elegir entre una dona y una jícama, es necesario sacar de la reserva de autodisciplina suficiente para elegir la opción más saludable. En contraste, un hábito establece una opción automática, sin pensarlo, sin usar la reserva de autodisciplina.
Claro, establecer un hábito requiere de mucha autodisciplina, durante un tiempo. Por esto puede ser difícil establecer buenos hábitos. Pero sí existe una estrategia que te puede servir mucho para comenzar a implementar buenos hábitos.
1. Elige un hábito a la vez
Casi todos cometen el error de decidir que desde cierta fecha en adelante cambiarán su vida. Por lo general sucede el primero de enero o justo después de una crisis. Pero no funciona. El primer paso hacia el éxito es establecer un hábito a la vez para no agotar nuestra reserva diaria de autodisciplina. Ya habrá tiempo para ir incluyendo todos los demás hábitos importantes. Elige un hábito y enfoca toda tu energía de autodisciplina en cumplir con él todos los días.
2. Establécelo durante un mes
Según los estudios que se han hecho, los humanos tardamos entre 20 y 30 días para que una acción se vuelva una parte automática de nuestras vidas. Después de hacer algo todos los días sin fallar, durante un mes, es más fácil seguir haciéndolo. Requiere de menos autodisciplina. Como estás estableciendo un solo hábito, hay bastante autodisciplina al inicio del mes cuando es más difícil y al pasar el mes se va haciendo más automático. Hacerlo requiere de cada vez menos disciplina y, al final del mes, ya es un hábito, aún débil, pero establecido.
3. Continúalo mientras estableces el siguiente hábito
El segundo mes, elige otro hábito para implementar y la reserva de autodisciplina se invertirá en establecer el hábito nuevo. El primer hábito aún es débil y fácil de eliminar, así que sigue haciéndolo. Continuar requerirá de menos autodisciplina, porque lleva la inercia de todo un mes atrás. La mayoría de la atención y el esfuerzo se enfocará en el hábito nuevo.
Con este sistema, podrás enfocarte en un hábito cada mes. Cuando te des cuenta, habrá pasado un año y estarás haciendo doce cosas a diario que no hacías antes. ¡Y todo por inercia! Todo en automático.
Claro, esto no implica que nunca sentirás flojera. Es demasiado fácil romper un buen hábito, pero ya podrás usar muchísima menos autodisciplina para continuar con estos buenos hábitos a diario.
Así que, la próxima vez que alguien te prometa que tu vida nunca será igual si solo comienzas a meditar de cabeza por las noches a las 9:37, no es necesario sentirte ni abrumada, ni culpable. Ya tienes una estrategia a la mano para implementar cualquier hábito y hacer todas estas cosas tan importantes en automático.
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